Capítulo 8 Muy ruda
Katya miró una última vez la puerta que tocaban sin descanso y después se giró hacia Egan. Él estaba inexpresivo como siempre, y sin duda no estaba esperando a nadie. Katya tomó aire y, tras quitarse los guantes y todo el material médico, se dirigió hacia la puerta para abrirle a la persona del otro lado que no paraba de golpearla como un primate.
Pero antes de que Katya pudiera siquiera tomar el pomo, la puerta se abrió de golpe. Bueno, más que se abrió, fue tirada por completo de sus pernos y terminó a unos metros dentro de la habitación. Katya logró apartarse a tiempo antes de ser golpeada por la puerta y pisoteada por todos los hombres que entraron después como soldados, vestidos de negros, con una pequeña insignia bordada de una copa de vino con un cuchillo incrustado.
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