Capítulo 60 Gigantes y dragones

Soñaba que nadaba en un océano de luz blanca, la tibieza del líquido me dibujaba una sonrisa de tranquilidad, nadaba de espaldas contemplando el cielo iluminado sin sol, me volteo para divisar el paisaje y ahí es cuando el agua se transforma en un barro negro que me sumerge a unas tinieblas y empiezo a escuchar unos gritos de una mujer que provocan que yo quede sentando de golpe en la cama, viendo entre borroso a mi doctora como grita mirando al suelo, con los pies de punta y la cara pálida con muecas de terror, me paro exaltado, empecinado a defender de lo que sea a mi amada, repasando los peligros que nos acechan, puede ser el dragón o alguna conspiración. Me doy de cuenta de que por la puerta entra un charco de sangre, no puede ser de Simón o de su gente, ellos se encontraba en otro extremo del castillo.