Capítulo 38 Nada importa
Altares, sorprendido, se tocaba la cabeza buscando sangre; todos esperaban que hubiera caído muerto; lo que pasó es que esa pistola ya estaba descargada, así que el dictador mirándolos a todos y señalándolos les dijo: —Miren, mejor calmémonos, evaluemos nuestras opciones, si nos quedamos aquí moriremos en pocos segundos; ahora ustedes me necesitan al otro lado, ya tengo mis tropas que nos servirán para pelear contra Rodríguez, y les prometo que no los voy a matar.
Estiben se levantó, aceptando, preocupado por la cuenta regresiva que llegaba a su fin. Señalando el portal, dijo lo siguiente: —Tienes razón, salgamos de aquí, por favor, primero que mi cuñado se lleve a mi esposa junto a la doctora y los demás científicos, vamos, va a explotar la bomba, mejor pasemos.
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