Capítulo 51 Congelados
El otro extremo del agujero nos dejó en un ambiente hostil; la tiniebla profunda no nos permitía ver más de unos metros, un aire helado se me metía a los huesos amenazando con crujirlos, y sentía como si muchas manos me pellizcaran las piernas.
—¿Qué ocurre? —le pregunté al robot, desorientado por la baja temperatura que amenaza con matarme de hipotermia.
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