Capítulo 56 Herejia
—¡libérenla! —les ordeno, sin medirme, mientras el mazo de un guardia me recuerda la realidad, no soy un rey, no tienen por qué obedecer mis órdenes y me veo como el hombre que robo las arcas reales, unas luces me nublan el sentido mientras siento otro golpe que me envía de cara al suelo, siento la nariz que me hierve y un chorro caliente que me lava la boca, me levantan dos guardias y me amarran junto a ella.
—¡vaya rescate!, —exclama la doctora.
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