Capítulo 7 Cocinando con ella
Cocinar, desde niño, mis padres me enseñaron a cocinar todo tipo de platillos, tartas o pasteles dignos de un rey, mi madre, antes de conocer a papá, era la hija de un afamado cocinero en parís, pero, ella escapó con mi padre a la isla de Borbón donde ahora se empeña como una simple cocinera y repostera, pero, el punto, es que yo, tenía la sangre de todo un chef en mis venas, así que cocinar para Libia no iba hacer algo complicado.
— Muy bien, creo que con esta leña podremos cocinar una deliciosa comida. — le dije a Libia mientras nos preparábamos para cocinar los peces y mariscos que ella me dio.
Libia está totalmente asombrada, al ser una sirena ella jamás había probado comida preparada y eso para ella era algo emocionante, además, ella tenía mucha curiosidad de verme cocinar.
— Ho… siempre quise saber cómo los humanos se alimentan, ¿quieres enseñarme como lo hacen? — me pregunta ella mientras yo rompía las ramas secas para iniciar el fuego.
— Claro, linda, primero que nada, debemos hacer el fuego. — dije.
— ¿fuego? Los humanos usan fuego, pero, ¿Cómo conseguimos el fuego? — me dice ella.
Para las sirenas, el fuego era algo muy raro, sobre todo para Libia, quien conocía el fuego, pero que no sabía cómo diablos iba yo hacerlo, por lo que le enseñé la misma técnica que mi padre me enseñó de niño.
— ¿quieres que te enseñe hacer fuego? — le dije.
— Me encantaría.
Junte yesca seca con las palmas de mis manos y después la puse sobre las ramas secas que tenía adjuntadas, después, solo tome dos piedras bastante grandes y las golpee unas con otras.
— ¿Por qué estas golpeando esas dos rocas, Pie? — me pregunta Libia confundida.
Y justo como yo lo quería, unas chispas caen a la yesca seca y se enciende sobre las ramas secas, dando así la fogata.
— Listo, ahora tenemos fuego, lo único que tenemos que hacer es alimentar la fogata con madera seca. — dije luciéndome ante Libia.
Libia esta sorprendida, no esperaba que un simple humano pudiera hacer algo tan mágico como el fuego, mucho menos con madera y piedras.
— WOOw, ¿es magia? ¿encantamientos? No sabía que los humanos pudieran usar magia… — me dice ella sorprendida de ver la luz de la fogata alzándose cada vez más.
Me parecía tierno ver la cara de Libia, porque ella a pesar de poseer poderes y habilidades que son imposibles de creer, ella se sorprendía como una niña ante una simple fogata.
— Haha… no es magia, es solo… bueno, es algo que mi padre me enseñó, los humanos sabemos hacer fuego desde hace mucho tiempo. — dije.
— Eso es increíble, las sirenas hemos temido al elemento fuego, no tenía idea que ustedes podían controlarlo. — me dice ella emocionada por la fogata.
— ¿enserio? Me parece gracioso que te sorprendas por esto, literalmente puedes controlar el mar y lo que hay dentro, además tienes el don de transformarte en un monstruo marino de más de tres metros, me parece lindo verte tan inocente ante esta cosa. — dije.
Libia se sonroja y solo me pide que le enseñe hacer fuego.
— Ya te dije que olvides eso, no me gusta que recuerdes mi fase de Monstruo, además, quiero que me enseñes hacer fuego, solo golpeaste unas piedras unas cuantas veces.
— Ah, no es tan fácil, pero si deseas intentar, solo debes saber que debes ser precisa y constante, debes golpear las piedras con la fuerza suficiente hasta que salgan unas chispas hacia la yesca, si lo logras, ya tienes fuego. — respondí al darle las rocas a ella.
Pero Libia al tomar las rocas, sin querer, las destruye por completo, ella poseía tanta fuerza que las rocas se despedazaron en pequeños trozos, ella se sentía mal, pero, no era nada malo.
— Perdón, Oliver, destruí tus rocas mágicas, no controlé mi fuerza. — me dice ella sintiéndose culpable.
— HAHA… no, no te preocupes, son simples rocas que encontré tiradas, otro día te enseñaré a hacer fuego, ¿Qué tal si me ayudas a preparar el pescado? — le dije para que no se sintiera culpable o mal por destruir las rocas con su fuerza.
Los monstruos del mar negro, son conocidos por su ferocidad y fuerza, pero, no esperaba que Libia hiciera polvo a dos rocas sin ningún esfuerzo, solo esperemos que ella no quiera darme un abrazo porque terminaría rompiéndome la espalda.
En fin, tal vez, Libia no pueda hacer fuego, pero, sabía que ella sería más útil con una tarea.
— Libia, vamos hacer algo, vamos a preparar el pescado para asarlo, ¿quieres ayudarme? — dije.
— ¿Qué tengo que hacer? — me pregunta ella.
Quería que cocináramos juntos, así que le di un trabajo fácil, para que así, pudiéramos cocinar y comer más rápido.
— Necesito que destripes algunos peces, yo los lavaré y los pondré en un palo para asarlos. — dije.
— ¿destriparlos? Eso es fácil, pero, ¿no que los humanos se comen todo? — me responde ella algo intrigada.
— No, no nos comemos las tripas, solo la carne — dije al pasarle mi cuchillo.
Pero Libia rechazo mi cuchillo, ella tenía algo mejor entre sus manos, o mejor dicho garras.
— Gracias, pero, no necesitó tú cuchillo, tengo esto… — me dice ella al mostrarme sus dedos, que como si fuera un truco de magia, lentamente comienzan a alargarse y convertirse en unas filosas garras que podían destripar cualquier presa sin ningún esfuerzo.
Era lindo ver que Libia se sentía útil, pero no les mentiré, sus garras eran preocupantemente rápidas y filosas, en menos de un segundo ella ya abría el pescado y los destripaba.
— Se nota que es un monstruo del mar negro… — pensé en mi cabeza.
Mientras ella hacia eso, yo me dirigí al bote y tome algunas cosas, por suerte, siempre llevo algunos platos de madera, una rejilla para asar mariscos y especias por si debo cocinar mi cena fuera de casa.
Le enseñe a Libia empalar los pescados y ponerlos cerca del fuego, si ella lo hacía mal, el fuego, quemaría el pescado por lo que fuimos cuidadosos al cocinar.
Luego de eso, ella me ayudo con los mariscos y juntos asamos unos crustáceos.
Después de cocinar, ya era hora de servir el almuerzo, o más bien cena, porque, cocinar tanta comida, nos llevó más tiempo de lo que yo pensaba.
— Jaja… nos llevó tanto tiempo cocinar todo esto, que ya son más de la 5:00 pm, pero, valió la pena.
Cocinamos todo, peces, mariscos, crustáceos, todo se veía delicioso y sin más espera, Libia y yo, comenzamos a comer, la comida sabía muy bien, la carne, el pescado, todo sabía esquicito, pero, si para mí fue algo delicioso, para Libia era el triple de delicioso.
— MMMMMMMMMM! Oliver, esto esta increíble, me encanta, la carne sabe muy bien, es crujiente, caliente, suabe y mi boca no deja de bailar por el sabor, jamás había comido un pez tan delicioso en toda mi vida. — dice ella como si hubiera probado la comida más deliciosa del mundo.
La comida que preparamos, no era la gran cosa, no para mí, era rica eso no lo podía negar, y me sentía bien que a Libia le gustara, mi objetivo era cocinarle algo caliente para ella, y verla sonreír a la luz de la atardecer era la mejor de todas la recompensas.
— Me alegra que te gustara, tal vez mañana traiga arroz, te prepararé un platillo más elaborado, ¿te parece?
Libia no esperaba que yo le preparara más comida, al escuchar eso, ella se emocionó.
— ¿Mañana prepararas más comida? No podría pagarte tanto… ¿quieres que te de algo valioso a cambio de más de tú comida? — me dice ella.
Libia podría haberme recompensado con mucho dinero, ella podía controlar el mar, podía darme perlas preciosas, pescado muy caro de conseguir o el oro de los barcos hundidos, pero, para mí, lo más valioso era estar a su lado.
— Hum… si, te preparé platillos, solo a cambio de tú sonrisa y compañía, nada más…
Libia se sintió alagada y nuevamente insistió en darme mejores cosas.
— Eso, ¿estás seguro? Puedo darte perlas o los tesoros de los barcos hundidos, en el mar hay muchas cosas valiosas que puedo traerte, tengo el poder de hacer más…
— Ya te dije que solo quiero verte sonreír y hablar es lo único que me interesa… ¿entendido? — le dije de forma directa.
Libia no reprochó más y solo siguió comiendo con una mirada tierna y las mejillas sonrojadas. Ahora solo teníamos que disfrutar de toda esa deliciosa comida.
— Hay… estoy muy lleno, ¿Cómo puedes seguir comiendo? — le pregunté a Libia.
Yo ya había comido lo suficiente, sentía que mi barriga iba a explotar, pero, Libia por otra parte, se comió lo equivalente a una comida para siete personas y lo gracioso era que ella aún seguía comiendo.
— Me encanta comer de tú comida, es riquísima, Pie. — me dice ella mientras aun disfrutaba.
Mi apellido es Pié, pero, la gente, siempre se confunde y me llama “Pie”, como el pastel, me parecía gracioso que Libia se confundiera al igual que los demás, pero, ella tenía una razón distinta para llamarme así.
— Ya veo… igualmente estas echa para comer mucho, por cierto, noto que me llamas “Pie”, ¿eso es porque te confundes con la tilde? — pregunté.
— No, es por otra razón, me dice ella…
Pié es un apellido muy francés, pero desde que mis padres emigraron a esta Isla, todos en la aldea de Borbón, nos llaman Pie, como el postre, pero, ¿Qué puedes esperar de los ingleses y demás inmigrantes de Europa? No me importaba si me llamaban Pie, ser llamado como un pastel, no era grave, aunque tenía intriga del porque Libia ocasionalmente me decía así.
— ¿y cuál es la razón? — dije.
— Porque eres dulce, eres muy dulce, amable, lindo, cariñoso y servicial, así que por esa razón te llamo Pie, porque también me gustas. — me dice ella al acercárseme para besarme.
— Ya, entonces… creo que está bien, mañana te traeré Pie de moras como postre… — le contesté tímidamente mientras ella se me acercaba a la cara.
— Yo ya quiero probar el postre…
Y después ella me besa por un buen tiempo, si esta era mi recompensa por haberle cocinado, valió la pena definitivamente, mañana le cocinaré más comida para que me bese como lo hizo este día.
El día cayó y ya era hora de irnos, después de limpiar la playa, Libia me acompaña hasta cierta parte del mar y nos separamos.
— Bueno, Pie, es hora de irnos, mi hogar esta al norte, ¿nos vemos mañana? — me pregunta ella antes de irse.
— Claro, como siempre, mañana prepararé arroz. — dije.
Y después no separamos, Libia se alejó como un misil bajo el mar y yo solo desplegué mi vela y me dirigí al muelle de Borbón.
Media hora después llegué a la taberna y le pedí ayuda a mi padre para meter todos los mariscos y comida que me dio Libia al local, mi padre estaba sorprendido de tanta comida, pero yo no podía decirle que fue Libia quien me los dio.
— ¿Qué? ¿de dónde conseguiste todo eso? — me pregunta mi padre al ver todos esos pescados, mariscos, almejas y crustáceos de muy buena calidad.
No podía decirle que una sirena mágica que ahora es mi novia, me regaló todo ese botín, así que solo opte por lo más lógico y creíble para mi padre.
— Dejé unas redes en el mar hace dos días y cuando fui a revisar, estaba todo esto, por eso traje tanta comida. — mentí esperando que mi padre se lo tragara.
— Wow… esa estrategia jamás me ha funcionado, pero, me alegra que contaras con mejor suerte que tú viejo, tanta comida del mar será beneficioso para el negocio, sobre todo esta noche.
Y ahí es cuando empezamos con los problemas.
— ¿Por qué esta noche? — dije confundido.
— Los mercenarios que contratamos, vienen esta noche a cenar y esperan un buen festín. — dice mi padre.
Oh no…
— ¿hablas de los hombres del Capitán Quema cráneo? — reaccioné muy preocupado.
— Así es, tenemos que demostrarles que en verdad les estamos muy agradecidos por su ayuda y cuento contigo para eso, o si no, perderemos el negocio…
Genial, pasé de tener una buena tarde con Libia a una muy, pero muy mala noche; los hombres del capitán Quema cráneo, eran muy preocupante para nosotros, porque al final, les debíamos dinero.