Capítulo 4 Libia la sirena
Una hermosa sirena, me salvo la vida, hablar con una sirena era la muerte para cualquier navegante que surcara las aguas, pero para mí no fue así porque me enamore de la muerte…
Dia tras día, estaba en espera de volver a ver a Libia, la sirena que salvo a mi padre y a mí de morir ahogados en el mar, sé que soy un tonto al querer volver a estar con una sirena, pero, cuando un joven chico se enamora de alguien, no importa si es una mujer o una creatura marina, no se puede hacer nada. Meses después de visitar el mismo lugar en espera de volver a charlar con ella, por fin me respondió los mensajes que dejaba en la arena, curiosamente, Libia era una fanática de los pasteles que mi madre y yo horneábamos y gracias a eso, Libia comenzó a confiar en mí.
Un día como cualquier otro, estaba pescando cerca de la zona donde todo comenzó y de repente, mientras yo estaba cantando una canción sobre un escritor fracasado, algo pesado sacudió mi bote.
— Oh, ho ho, soy un escritor que nadie leé, soy un escritor que nadie lee, mírame escribir, porque escribo sin vivir, mírame muñeco, soy un escritor que nadie lee… oh ho ho… ¡qué diablos es eso! — me asusté.
Y de repente, una hermosa chica rubia, me saluda como si fuera una gran amiga.
— Buenos días Oliver, ¿Cómo estás? — me saluda Libia.
— ¡qué demonios! ¿Libia?
Cuando Libia subió a mi bote, me asusté mucho, por un momento pensé que era otra sirena que podría matarme, pero, era ella, era Libia, y mi mente, mi corazón, confundidos y felices, no pudieron asimilar bien lo que mis ojos veían, así que, comencé a desmayarme, no lo podía creer, al fin, pude volver a ver a Libia después de tantos meses sin poder cruzar palabras con ella.
— ¿estas bien? — me pregunta Libia al verme desvanecer.
Que patético, no hay nada más humillante para un joven, que el desmayarse frente a la chica que tanto le gusta, pero, cuando estas esperando por este momento, durante días e incluso meses sin esperar nada, y de repente puedas estar con el amor de tu vida al menos por unos instantes, tu mente de la sorpresa colisiona con la felicidad infinita de tú corazón y eso fue lo que me pasó.
Me desmaye, pero, sería la única vez que me desmayaría de felicidad.
Estaba inconsciente, pero, mientras estaba dormido, podía escuchar una hermosa canción, era tan hermosa, que pensaba que estaba en el paraíso, la tonada era tan sublime y santa que parecía ser cantada por los mismos ángeles, cuando abro mis ojos, pude sentir la arena en mi espalda y una mano acariciando mi cabeza, cuando me doy cuenta, yo estaba en la playa, siendo acariciado en el cabello por los delicados dedos de Libia.
— ¿estas bien? — me pregunta Libia al verme despertar.
Yo me levanto de un salto y me alejo, me sentía muy confundido, no podía creer lo que mis ojos veían, una hermosa sirena posada en la arena de la playa, ¿acaso era un sueño?
— Este… ¿estoy muerto? — dije.
— Hmmm… no lo sé… ¿lo estas? — me dice ella.
— ¿y cómo puedes respirar fuera del agua? Creí que las sirenas no pueden estar en tierra firme. — le pregunté al verla sentada en la playa como una humana común.
— Las sirenas respiramos en el agua y en la tierra, no sucede nada, solo me bronceo y paso tiempo contigo joven Oliver. — me explica Libia con una sonrisa.
Si era ella, no era otra sirena, Libia al fin estaba reunida conmigo, era lo que yo más deseaba en todo el mundo.
— Libia, yo… no puedo creer que, al fin, decidieras mostrarte de nuevo, estoy muy sorprendido. — dije muy feliz de volver a verla.
Y al parecer Libia también estaba feliz de hablar conmigo.
— Bueno, no eres el único, hacia mucho que deseaba hablar contigo joven Oliver, pero, debía asegurarme de que no fueras uno de los cazadores de monstruos o una mala persona. — me dice ella al arrastrarse con su cola de pez y abrazarme.
Cuando Libia me abrazo, se me acelero el corazón, pensé que se me iba a estallar, me sonroje, Libia, olía muy bien, como una briza marina que te acaricia todo el tiempo, esto era lo más grandioso que pude sentir en mi vida, y aunque yo estaba sorprendido de ese repentino abrazo, no dude en apretarla contra mi pecho con todas mis fuerzas.
El resto del día, Libia y yo nos la pasamos hablando en la playa, ese día, fue el único día que no pesque, ya que solo quería conversar con ella, para mí, hablar con Libia era mejor que pescar la cena para esta noche.
— Ya veo, ¿entonces eres hijo único? No es muy común, esperaba que tuvieras hermanos. — me contesta Libia mientras le contaba más de mi vida privada.
Mientras hablábamos, pude notar que Libia tenía un collar azul y una diadema de plata, algo que no traía cuando me salvó.
— Sí, perdón, pero, no puedo evitar preguntarte, el collar y la diadema, no la traías cuando nos salvaste. — dije al señalar su extraña diadema de plata.
La diadema se veía costoso, pero, las sirenas, por lo general, no usan joyería, solo usan sostenes para cubrir sus pechos y nada más, pero ella, solo me dijo algo que la verdad más que curiosidad, no me importaba tanto.
— Ah, haha. claro, digamos que soy una sirena única con un estilo único, ¿y como esta tu madre? ¿trajiste Pie de calabaza? — me dice ella.
Uy, lo olvidaba, a Libia le encantaban los pasteles que mi madre horneaba, por suerte, tenía un fresco trozo de Pie de calabaza en mi bolsa, al fin podría dárselo personalmente.
— Ah, claro, está en mi bote voy corriendo… — me levanté y corrí lo más rápido posible para traerle el Pie de calabaza que a ella tanto le gustaba.
Dicen que un día se va volando, pero, literalmente, Libia y yo, nos quedamos hablando tanto, que el día, se volvió un atardecer en menos de un parpadeo.
— Ja, supongo que es tiempo de que regreses a tú casa joven Oliver. — me dice Libia susurrando al ver que el atardecer ya había llegado.
No quería irme, quería seguir hablando con ella, porque si me iba, tal vez, ella no volvería a presentarse como lo hizo hoy, tenía miedo de que este día, fuera el único día en la que ella y yo, pudiéramos tener contacto visual y conversar.
— Yo, no creo que sea tan tarde, podría acampar esta noche, podría recolectar leña y prender una fogata, podría asar algunos pescados del mar. — dije.
Pero Libia ya sospechaba de mis ganas de seguir con nuestro encuentro, así que me tranquilizó con una promesa, una dulce y reconfortante promesa que no me dejaría ni dormir esta misma noche.
— No, eres un humano, podrías enfermarte si duermes al aire libre, la fogata no te abrigara contra el frio y la arena no sería cómoda. — me dice ella.
— Si te quedas un poco más conmigo, yo, soportaría lo que fuera. — dije al suplicarle que no me dejara.
— Oliver, sé lo que planeas, no quieres que este extraño encuentro se termine, pero, debo irme, tengo que regresar con mi pueblo y tú tienes que regresar a tu taberna a trabajar. — me dice ella al tomar mis manos con mucha calidez.
— Mis padres estarán bien sin mí, solo… tengo miedo de que mañana no volvamos a estar juntos, temó que mañana entremos en la misma rutina de siempre, en la que te dejo mensajes en la arena junto con un Pie o pastel.
No podía dejarla, sé que yo era molesto, por no querer irme o alejarme, pero es que, esperé tanto este día que aún no había dicho las cosas que pensaba decirle a Libia cuando la viera, quería agradecerle como era debido por ayudarnos, quería decirle lo hermosa que es, quería, decirle que secretos culinarios usaba mi madre, quería decirle que la amaba y demás, el día no fue suficiente para nada de eso y si no volvía a ver a Libia, yo, no sabría que hacer…
— Ey… todos los días, yo te observaba Oliver, desde el día uno. — me confiesa Libia.
— ¿ah sí? — le contesté muy sorprendido.
Lo que iba a escuchar de los hermosos labios de Libia, me darían más motivos para amar a esa chica.
— Claro que sí, cuando quiero estar a solas, nado por estas partes de la costa y me relajo en las playas alejadas o las rocas que sobre salen del mar, cuando los vi por primera vez, dudaba en ayudarlos, pero, algo me decía, que no eran como los humanos que yo conocí, y desde que nos conocimos vi en tus ojos, los ojos de un dulce chico que me cautivaron, a los días siguientes, vi desde las profundidades, que venías a pescar y después me dejabas dulces mensajes en la arena, en ese entonces, yo estaba asustada, un humano solo es un peligro y encariñarme con uno de ellos podría ser peligroso, pero, me dabas mucha curiosidad Joven Oliver, todos los días, sin importar que, venías a pescar y luego te quedabas esperándome, luego al finalizar, te ibas, y al día siguiente regresabas; yo esperaba que te rindieras, pero pasaron los meses y aun seguías esperándome, cuando me dejaste ese Pie de tu madre, lo probé y me encantó, no podía evitar pensar en ti y en el dulce pastel, y al darme cuenta que eres un humano único entre los tuyos, en tendí, que eres especial, me gusta tu cabello oscuro, me gusta que seas alto, me gusta tu voz y lo dulce que eres, las sirenas seducimos a los hombres para matarlos, pero, creo que eres el único que me logró flechar por así decirlo, créeme que yo también tengo miedo de no volver a verte, porque, creme, una sirena jamás debe encariñarse con un humano, pero, ya es muy tarde y espero que mañana vengas como lo has hecho siempre o me voy a molestar, ¿entendiste?
No tuve palabras para responder eso, ella, siempre me observó y por lo que había escuchado, ella también estaba cautivada por mi persona, Libia tenía los mismo sentimientos por mí, sus palabras me llenaron el corazón y me di cuenta, que Libia siempre va estar dispuesta a verme tanto como yo estoy dispuesta a verla, así que, sin más, me despedí de ella, y le dije que regresaría a muy tempranas horas.
— Gracias por esas palabras Libia, me acabas de tranquilizar como no tienes idea, mañana regresaré y si no te veo, quiero que sepas, que voy a venir todo el tiempo, esperándote en este mismo lugar. — dije con una sonrisa.
Libia se me acerca y con su dedo meñique, entrelaza mi dedo, sellando así, una promesa, que tristemente, yo rompería en el futuro.
— Nos veremos todos los días y hablaremos de nuestro día, es una promesa, ya no me ocultaré y te esperaré en esta costa, Oliver…
Y Libia me besa en la mejilla derecha y se lanza al mar para marcharse por hoy.
— ¡Adiós Libia! — le grité sonriendo y sacudiendo mis brazos a la sirena mientras se adentraba al mar abierto.
Libia era la indicada y aunque hay cosas obvias en las que ella y yo no somos compatibles, nuestros corazones si lo eran y después de un rato, tomé mis cosas y regresé a la taberna, sabiendo que, al día siguiente, volvería a ver a Libia, porque así nos lo prometimos.
— Veo que estas muy feliz Hijo. — me dice mi madre al verme entrar a la taberna con una sonrisa y unos ojos perdidamente enamorados.
— Bueno, tenías razón, valió la pena ser paciente, al fin pude ver a Libia y nos prometimos vernos más seguido.
— Que dulce escuchar eso hijo, ¿esa tal Libia es perfecta? — me pregunta mi padre al salir de la cocina.
— Se puede decir que es más hermosa que una sirena común. — dije.
— Bien, eso es bueno, prepárate, esta noche trabajaremos duro en la taberna. — me contesta mi padre al lanzarme mi delantal. — ve a limpiar.
— ¡sí señor!
Y me fui a limpiar, creo que esa fue la vez en la que limpié la taberna, feliz de la vida, ahora solo podía esperar para volver a ver a Libia.
Ya quiero que sea mañana…