Capítulo 2 Pesca

Año (1660) mis padres inmigraron desde Francia a una isla en el mar caribe, en busca de una mejor vida, mi padre era un pescador y mi madre era una excelente cocinera, su sueño era montar una taberna donde sirvieran mariscos y demás delicias culinarias, la isla donde iban a cumplir ese sueño, era la isla pirata conocida como BORBON, una isla cerca de las costas de nueva granada, un lugar que ni los imperios ingleses ni los españoles se atrevían a enviar a sus hombres, porque sabían que serían derrotados por los piratas que custodiaban esas aguas. Dos años después de que mis padres se establecieran en la isla de Borbón, yo nací, los malditos no dejaban de fornicar cada noche, era normal que yo saliera de tanto calor, en fin, mis padres no esperaban un bebé y aun no tenían dinero suficiente para montar su taberna, pero, ellos eran buenas personas y solo me aceptaron, me dieron amor y me criaron con los pocos recursos que ellos tenían en los bolsillos, ellos me dieron el nombre de Oliver Pié, hijo de André e Irina Pié, simples inmigrantes franceses. En ese entonces, yo solo era un niño pobre y débil que apenas comía, pero eso nunca me importó, mis padres luchaban por sobrevivir como todos en la isla, cuándo cumplí mis diez años, mi padre me dio de regalo una linda espada de madera que el mismo talló, para que yo jugara a los piratas, a mi padre no le importaba si a mí me gustaran los piratas o no, pero a mi madre, por otra parte. — ¡no jugaras a los piratas! — me golpea mi madre en la cara cuando me vio jugar. — Irina, para, solo es una espada de madera. — entra mi padre a detener a mi madre por golpearme. — ¿acaso te volviste loco? los piratas son asesinos y ladrones, no toleraré que mi hijo se convierta en un criminal, en un monstruo, ellos no son un ejemplo para Oliver. — afirma mi madre al romper mi espada de madera en dos. — Irina, por favor, solo es un niño… Mi padre intenta calmar a mi madre, mientras que yo, solo pude mirar con tristeza la espada con la cual jugaba a ser un pirata; cuando tomé las dos partes de esa espada, me molesté con mi madre y enojado, salí de mi casa y corrí a la playa para llorar. — Oliver! — ¡Espera! Mis padres me siguen y tratan de alcanzarme para que regrese, no tenía idea porque estaba tan enojado con mi madre, solo me sentía molesto, quería irme, alejarme y llorar como un niño normal, desde niño sentía especial atracción por el mar, era algo que no podía explicar, cuando me sentía triste, solo jugaba con las olas que tocaban la arena de la playa, eso era lo único que hacía que se me olvidara la tristeza, pero… — Oliver, no es seguro que salgas en la noche. — me grita mi padre. Mientras corría por la playa, de repente, pude ver algo horrible y cuando lo vi con mis dos ojos, me di cuenta que mi madre tenía razón. Cuando miré al mar, pude ver con mis ojos, dos barcos, uno era pirata y el otro era un simple barco carguero, el barco pirata disparaba y atacaba al barco carguero y aunque era cierto que no podía ver la pelea con completa claridad, si se podía escuchar los gritos de la tripulación del barco carguero quienes estaban siendo asesinados por los piratas. Yo me detuve, me sentía asustado de escuchar esos gritos y solo miré a esos dos buques y le pregunté a mi padre porque se escuchaban los gritos de agonía. — Papá… ¿Qué son esos gritos? — le dije a mi padre estando confundido y asustado. Mi padre me cubre los ojos, aunque no se podía ver bien a cuanta gente se estaba siendo asesinada, si se podía ver aquellos cadáveres que caían en el mar; Mi padre no me dijo nada en ese momento, solo quería protegerme de esa horrible matanza, pero, mi madre no dudo en decirme la verdad. — Esos son piratas Oliver, son personas, que matan, roban, mienten por sus intereses, esos, son los piratas… Mi madre me abraza y me carga de regreso, fui muy inocente, al crecer en una isla donde vienen y van piratas te acostumbras a ellos, sé que yo era un niño, pero, en serio me sentí muy asustado, porque lo que yo creía que era algo bueno y normal, solo resultó ser algo malo, donde la gente mala, hace cosas malas, al ver esa matanza no volví a jugar a los piratas y solo me enfoqué en otras cosas, en ser un gran cocinero y trabajar con mis padres en nuestro restaurante. Seis años después, yo ya me había convertido en todo un pescador, solo me la pasaba pescando con mi padre y cocinando con mi madre, gracias a eso, logramos vender pescado y almuerzos, y con el dinero que se ahorró por más de cinco años, al fin, mi familia pudo montar su pequeña taberna. No era nada lujoso, pero, era un sueño cumplido, la taberna de “PIE” una taberna donde puedes beber y comer, con la única diferencia de que era la única taberna del pueblo donde se hacían pasteles deliciosos, por muy rudos o malos que eran los clientes, ninguno de ellos se podía resistir a los pasteles, tartas o Pies que mi madre y yo cocinábamos, la reputación de la taberna crecía como un buen lugar donde podías emborracharte y comer pastel, los clientes nos amaban y solo algunos piratas amaban los pasteles de mi madre, pero, solo dije algunos. Una noche mientras yo estaba sirviendo unos tarros de cerveza a algunos de los clientes, un grupo de piratas ebrios entran armados con espadas y pistolas, ellos, querían comer gratis. — ¡Oigan! ¿Quién atiende en este lugar? — se pregunta uno de los piratas al disparar su arma a nuestro techo. Mi padre no dudo en responder. — Soy yo… ¿Qué se les ofrece? Los piratas espantan a los comensales de la mesa del fondo y toman ese lugar, poniendo sus pies sucios sobre la mesa y ordenando lo que querían para cenar. — Tráenos tarros llenos de cerveza, la mejor que tengas, un cerdo asado con fruta y Pie de mora como postre, dicen que son muy buenos. Mi padre aun no sabía cuáles eran sus intenciones. — Claro, serán, 5 doblones de bronce… — cobra mi padre tímidamente mientras todos guardábamos silencio. Los piratas le apuntan con sus pistolas a mi padre y le advierten de que no les cobrara. — Creo que no lo entiendes pescador, tenemos hambre y sed, no ganas de darles dinero, ahora tráenos lo que pedimos o está será la última noche en la que podrás estar de pie. — le dicen antes de disparar una vez más al techo. - Malditos... susurré. Tenía rabia, mucha rabia, yo ya sabía muy bien qué tipo de piratas habitaban los mares, algunos eran tan asquerosos y molestos como ratas enfermas y otros eran como insectos, que debían ser eliminados, el ver a mi padre ser molestado por ese grupo de piratas, solo hacía que mi cuerpo se entumeciera de la rabia, pero, mi padre, por suerte, fue sabio y solo les dio la comida para que así se largaran más pronto. — Muy bien, les traeré su pedido en 30 minutos, mi hijo les servirá sus tragos mientras esperan. — responde papá de forma sumisa y mirando al suelo. — Así me gusta pescador, espero que no tardes mucho, tenemos mucha hambre… HAHAHAHA — HAHAHAHA — HAHAHAH — HAHAHAAA Malditos, en verdad eran odiosos, me sentía molesto y frustrado, estos no eran los primeros ni los últimos que comían gratis en nuestra taberna, cada vez mas de esos canallas nos intimidaban, si esto seguía, entraríamos en ruina. Los tres trabajamos mucho por la taberna, no era justo que nadie hiciera nada, entiendo que es mejor bajar la cabeza y evitar problemas, pero, por una vez, por solo una vez, me gustaría decir o hacer algo contra esos malditos piratas, la gente mala merece un castigo, pero, ¿Qué puedes esperar de una isla llena de piratas? La vida no era buena para los buenos y saber eso solo te molestaba más y más… Me dirigí a la cocina para hablar con mi padre, pero, él sabía que no podía hacer nada, ninguno de nosotros podía, si nos metíamos con los piratas, nuestras vidas podrían correr riesgo. — Papá… — Ahora no Oliver, ya sé lo que vas a decir. — me contesta mi padre molesto por la situación. — Padre, no podemos seguir alimentando gratis a más de esos estúpidos infelices, es la tercera vez esta semana. — dije. Mi padre me toma de mi camisa y solo me pide que lleve las cervezas, no quería seguir discutiendo con él. — Escúchame hijo, Borbón es una isla para y de piratas, si nos metemos con ellos, no solo la taberna estará en peligro, sino también nuestras vidas, ahora, deja de molestarme y llévales sus tragos… ¡AHORA! No había caso, al escuchar eso, solo pude resentirme y callarme, me alejé de mi padre y decidí llevar las cervezas a la mesa de esos piratas, que, sin más, ya se creían los amos del lugar. — Ya era hora, es una pena que un mocoso es quien sirve en este lugar. — comenta uno de ellos cuando les llevé las cervezas. — ¿Qué quieres decir? — pregunté. — Nada… solo, que nos pareces lamentable, un chico que trabaje como mesero es patético, ¿acaso no tienes hermanas lindas que nos sirvan las cervezas? Típico de los piratas, prefieren que una chica les atienda a que un chico lo haga, pero, yo era el único mesero del lugar, por lo que tímidamente les dije. — No, no señor, soy hijo único y la taberna de mis padres aun no cuenta con los fondos para contratar personal femenino. — dije. — Eres patético muchacho, pero, en fin, ¿Qué esperas de un mesero? Los piratas se embriagaron y comieron hasta vomitar, comieron tanto que casi parecía gula y después, solo se marcharon, no sin antes anunciar su pronto regreso con más de sus camaradas piratas. — Gracias por la comida, la próxima regresaremos con más amigos para que prueben su famoso PIE. Un cerdo asado, tartas, cerveza ilimitada, mínimamente eso costaría al menos cinco doblones de bronce, pero, como fue gratis, no recibimos nada y el único pago que mi familia recibió fueron lavar los platos, estábamos muy desanimados, esto no podía seguir, no queríamos entrar en quiebra. En la mañana siguiente, mi padre me despertó a muy tempranas horas para pescar y conseguir muchos mariscos para vender, era la única forma de al menos poner pan sobre la mesa y mantener el negocio a flote, al paso de la mañana, mi padre y yo, ya estábamos recolectando las redes y mientras lo hacíamos, las cosas ya estaban algo tensas entre él y yo. — ¿estas molesto por lo que pasó anoche? — me pregunta mi padre mientras yo recolectaba una de las redes al bote. — ¿hablas de que tú no dijiste nada? Estoy molesto porque solo bajaste la mirada como un perro faldero. — respondí con mucha sinceridad. — ¿y que querías que hiciera Oliver? No hay autoridad en Borbón, los piratas son quienes dirigen esta isla, meternos con ellos… — Nos matarían, eso lo sé, padre, pero, al menos, me gustaría que digieras algo. — le interrumpí. A ningún hijo le gusta que sus padres sean humillados por piratas, por eso estaba molesto, porque cada vez que un pirata entraba a la taberna para beber y comer gratis, ni mi padre ni mi madre, hacían nada, pero, eso no importaba; porque en un descuido mientras navegábamos, chocamos contra un arrecife y los dos caímos del bote por el impacto. — ¡papá! En medio del choque, una de las rocas me lastima la pierna derecha y yo intento mantenerme a flote usando mis brazos, nadando como un perro, con una pierna lastimada apenas me podía mantener a flote, pero, mi padre por otra parte… — ¿papá? ¿en dónde estás? — grite al ver que mi padre aun no salía del agua. Mi padre, sin querer se enredó con la red de pesca y no podía liberar sus brazos ni sus piernas para poder nadar y salir a la superficie, mi padre se estaba ahogando y yo no podía hacer nada. — ¡papá! — grite desesperado. Y de la nada… apareció esa cosa.
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Índice
Capítulo 1 El origen de PIE Capítulo 2 Pesca Capítulo 3 Con mis propios ojos Capítulo 4 Libia la sirena Capítulo 5 El inicio de una relación Capítulo 6 Escoge lo que quieras, el mar invita Capítulo 7 Cocinando con ella Capítulo 8 Infames Capítulo 9 Una noche complicada Capítulo 10 El patrón Capítulo 11 Mala paga appCapítulo 12 Hundido appCapítulo 13 Cocinero pie appCapítulo 14 Sin decir nada appCapítulo 15 Beso de ida appCapítulo 16 Bienvenido cocinero pie appCapítulo 17 Soy el nuevo appCapítulo 18 Mi área de trabajo appCapítulo 19 Alta mar appCapítulo 20 Pollo desplumado appCapítulo 21 Ninguno va a dormir appCapítulo 22 Rata appCapítulo 23 El origen de la guerra: appCapítulo 24 Comodoro appCapítulo 25 Con el paso de los días en el mar appCapítulo 26 Marinero pie appCapítulo 27 Espadachín de abordaje appCapítulo 28 El sacrificio de lucho appCapítulo 29 El asesino de napoleón appCapítulo 30 El enamorado de una sirena appCapítulo 31 Acabamos appCapítulo 32 Descansa un rato appCapítulo 33 Un poco de crédito al cocinero appCapítulo 34 Santa marta appCapítulo 35 El diablo appCapítulo 36 El soplón de la luciérnaga azul appCapítulo 37 Hombres de la luciérnaga azul appCapítulo 38 Azúcar appCapítulo 39 Servicio especial appCapítulo 40 Un monstruo en el burdel appCapítulo 41 Mal momento para disfrutar de una mujer appCapítulo 42 Palabras en francés appCapítulo 43 Incertidumbres appCapítulo 44 El llamado de un hombre appCapítulo 45 Arriesgado solo por ella appCapítulo 46 La única esperanza appCapítulo 47 Un saludo especial appCapítulo 48 Sin azúcar appCapítulo 49 Un viaje rápido appCapítulo 50 Velocidad appCapítulo 51 La llegada de la marea appCapítulo 52 Ropa limpia appCapítulo 53 Renegados appCapítulo 54 Trato a futuro appCapítulo 55 A los tragos appCapítulo 56 Igual que cinco hombres malos appCapítulo 57 ¿Un héroe? appCapítulo 58 Magnifica batalla appCapítulo 59 Un vino en el balcón appCapítulo 60 Huir de un monstruo appCapítulo 61 El cantar de oliver appCapítulo 62 La lucha de las olas appCapítulo 63 Colisión appCapítulo 64 La tragedia y el origen app
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