Capítulo 365 Amigo cerca del abismo - mdcuatro
Desnudé a mi esposa, una vez más y por enésima vez saboreé su piel, mis manos se purificaban cada vez que acariciaba su suave cuerpo, cada día la amo más, cada día ella se esfuerza por mantener mi apetito saciado.
Llegué a sus pliegues y mi boca se deleitó de su delicioso sabor, de su exquisito aroma, me encanta como huele; desde esa vez en Santa Marta, esa tarde quedé anclado a ella. Mi lengua se abría paso entre sus pliegues y sus jadeos envían señal directa a mi verga, porque me dolía, quería estar dentro de ella.
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