Capítulo 44 De nuevo encerrada
Me desperté al escuchar voces en la sala del apartamento. Roland nos había dejado a eso de la media noche y quedamos en almorzar juntos, la idea era recuperar los días separados. La puerta de la habitación se abrió y ahí entraba él. Ese hombre era perfecto, se veía tan bello, tan sensual, debía decir la verdad, se veía muy varonil, demasiado sexy, muy comestible. Lo mejor de todo era mío, lo tenía para mí. Tal vez peco por presumir, pero sé que él estaba conmigo.
—Buenos días. —sonrió con esa típica malicia, Dios ese hombre humedecía mi entrepierna—. Deja de verme de ese modo, «señorita Verónica» —trató de contener la risa.
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