Capítulo 110 El hombre que me hizo
La luz de la mañana se derramaba en la sala de sol como la miel, extendiéndose por los suelos de mármol y proyectando largas sombras debajo de las cortinas de lino blanco. Era el tipo de luz que suavizaba todo: bordes, verdades, heridas que no sabías que seguían abiertas.
Me desperté temprano. No porque no pudiera dormir, sino porque mi mente no dejaba de susurrar.
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