Capítulo 7 El príncipe de la traición
Aria
Me senté en el balcón, mirando Manhattan brillar bajo mis pies como ese patio de recreo que una vez goberné... y que volveré a dominar.
Talia dejó un vaso de whisky frente a mí.
-Bien, jefa. Dijiste “acto de apertura”. Ahora quiero saber: ¿cuál es el plato fuerte? Dios, Aria, deberías haber visto su cara -murmuró, aun contemplando la ciudad conmigo-. Parecía que quería besarte o estrellar su whisky contra la pared.
Sonreí con malicia, ladeando la cabeza.
-Que sufra. Se lo merece.
Talia se rio, cruzándose de brazos.
-Ya hiciste tu entrada, les recordaste que sigues siendo la señora Blackwell, y apuesto a que Savannah está llorando en una almohada de diseñador ahora mismo. ¿Cómo subimos la apuesta?
Removí el whisky, escuchando el tintinear del hielo.
-Brandon cree que puede deshacerse de mí y seguir al mando de su imperio. Cree que Savannah es una mejora -solté una risa seca-, pero esa mujer tiene esqueletos en el armario que ni él conoce.
Talia se acercó, los ojos abiertos de par en par.
- ¿Encontraste algo?
-Brandon cree que ha ganado -dije con voz baja-, pero no entiende que yo nunca fui solo su esposa. Fui su mayor activo -me giré para mirarla con firmeza-. Y ahora... me convertiré en su peor pesadilla. Tienes razón, Talia. Lo encontré todo.
Sonreí mientras deslizó mi teléfono sobre la mesa hacia ella.
Talia tomó el teléfono y deslizó el dedo, sus ojos se agrandaban con cada página.
- ¿Chantaje, espionaje corporativo, uso de información privilegiada? -susurró, mirándome como si no creyera lo que leía.
-Exacto -respondí, con la voz helada-. Savannah no es solo una cazafortunas, es peligrosa. Y si Brandon cree que solo es una esposa trofeo, es más tonto de lo que imaginaba.
Talia exhaló despacio, sus ojos brillaban de emoción.
-Maldición. Recuérdame nunca traicionarte.
Sonreí.
-Ya es demasiado tarde. Pero tienes suerte, me caes bien.
Ella rio, sacudiendo la cabeza.
-Entonces, ¿cuál es el siguiente paso? -Parecía fascinada-. ¿Vas a filtrar esto?
-Oh no, ninguna filtración -sonreí con oscuridad-. No todavía. Primero lo haré sudar. Lo haré rogar que me quede. Y cuando se dé cuenta de que todo -su empresa, su reputación, su imperio- está en juego, entonces decidiré si lo destruyo o me llevo la mitad.
-Sabes -dijo Talia, tomando un trago-, hay algo poético en que pierda todo ante la mujer a la que más menospreció.
-Exactamente -dije, bebiendo el whisky de un trago, sintiendo el fuego deslizarse por mi garganta-. ¿Él cree que Savannah es su arma secreta? Pues estoy a punto de convertirla en su mayor problema.
Flashback a Mi Conversación con Mi Abogada
-Aria, necesito que entiendas -dijo mi abogada, Melanie, mientras recorría mi suite aquella mañana-. Si decides ir a la guerra, esto se va a poner feo. Brandon tiene recursos, no se rendirá fácil.
Crucé los brazos, con la voz firme.
-Yo tampoco.
Melanie me observó largo rato, luego suspiró y sacó una carpeta gruesa.
-Bien, empecemos por aquí. Tu acuerdo prenupcial. Está hecho a prueba de fallos para ti. Él creía estar protegido, pero cariño, tú siempre fuiste más lista que él.
Una sonrisa lenta apareció en mis labios.
- ¿Quieres decir que me quedo con la mitad?
-No solo la mitad -dijo mientras abría la carpeta-. Gracias a las cláusulas por humillación pública, infidelidad y escándalos matrimoniales, podrías quedarte con el sesenta por ciento de Blackwell Holdings si juegas bien tus cartas.
Silbé bajo.
-Sesenta por ciento. Eso me convertiría en la mayor accionista.
Melanie sonrió.
-Bienvenida a la sala de juntas, señora Blackwell.
Vuelta al Presente
Me levanté de la silla del balcón, con la mirada fija en las ventanas de cristal de la sala de gala, donde Brandon seguía, tenso y distraído, tratando de mantener a Savannah bajo control.
-Hora de la segunda ronda -murmuré.
Talia también se puso de pie.
- ¿Qué sigue?
-Le recordaré quién manda -respondí.
Esperé a que Savannah se retirara, probablemente a afilar sus garras en otro lugar, antes de acercarme directamente a Brandon, que se apoyaba en la barra.
-Brandon -dije suavemente, dando un sorbo de champán.
Se giró, claramente sin esperar verme.
-Aria -respondió tenso-. ¿Has venido a armar otro escándalo?
Sonreí con suficiencia, inclinando la cabeza.
-Para nada. He venido a ofrecerte un trato.
Frunció el ceño y cruzó los brazos, escéptico.
- ¿Qué tipo de trato?
Me acerqué, bajando la voz para que solo él escuchara.
-Divorcio limpio, la mitad de todo, sin preguntas. O hago caer a Savannah y dejo que las consecuencias te arrastren con ella.
Sus ojos se estrecharon.
-Estás blufeando.
Reí suavemente.
-Oh, Brandon, si crees eso, entonces ya perdiste.
Metí la mano en mi bolso y deslicé una unidad USB por la barra hacia él, sonriendo con dulzura.
-Solo un adelanto. Llámame cuando estés listo para negociar.
Mientras me alejaba, lo escuché llamarme.
-Aria, espera.
No me detuve. Ni siquiera miré atrás.
Porque el juego apenas comenzaba, y yo ya no iba a jugar limpio.
Punto de Vista de Brandon
En la oficina de su pent-house, Brandon Blackwell estaba solo. Su vaso de whisky seguía intacto, pero su mente era una tormenta de frustración.
La corbata deshecha, la chaqueta colgada sobre el respaldo de la silla. Por primera vez en años, sentía que había perdido el control.
Aria se había ido. No suplicó. No luchó por quedarse. Se marchó sin mirar atrás.
¿Y lo peor? Había entrado en su gala como una maldita reina, recordándole a todos que seguía siendo su esposa, que aún tenía poder en ese mundo, quisiera él o no.
Brandon exhaló con dureza, pasando una mano por el cabello. Siempre había sido fuerte, demasiado fuerte, pero se había convencido de que ella no abandonaría la vida que habían construido juntos.
Ahora, por primera vez, no estaba tan seguro.
Su teléfono vibró sobre el escritorio, sacándolo de sus pensamientos. Lo tomó. Un mensaje privado de un número desconocido.
-Estás perdiendo el control. Ten cuidado, puede que no te guste lo que venga después.
La mandíbula de Brandon se tensó. Sabía exactamente quién había enviado ese mensaje.
Ethan. Y si Ethan se involucraba, esto ya no era solo un asunto de matrimonio. Esto era una guerra.