Capítulo 40 Frenesí público y fuegos privados
Aria
La luz del sol de la mañana se filtraba a través de mis cortinas como cuchillos, pero no fue el brillo cegador lo que me despertó. Fue el zumbido implacable de mi teléfono vibrando contra la mesita de noche, gritando por atención como una alarma desesperada.
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