Capítulo 45 Juego y tragos
Julián sonrió.
—Bien, mientras me sigas, en definitiva, cuidaré bien de ti. —Hizo hincapié en la palabra «cuidaré». El rostro de Andrea se puso aún más pálido. Como un paciente a las puertas de la muerte. Varias personas charlan mientras se dirigen a la zona de ocio del campo de tiro. Por fin se acomodaron en los sofás de ambos lados. Julián levantó una copa de vino con una mano, burlándose del hombre que tenía enfrente—. Mañana regresaré a mi país después de recorrer un largo camino. Gracias, Noveno Señor de la capital, por la belleza que me das. Otro día te haré un gran regalo.
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