Capítulo 614 El secreto de Leo
No pudo evitar mirar a Leo, pero Isabella miró a Galileo. Como era de esperar, él fue el primero en reaccionar. La mano de Galileo, que descansaba sobre su rodilla se cerró despacio en un puño. Se sentía tan culpable que casi no se atrevía a mirar a Leo. Jorge se fijó en la expresión de Galileo y se dio cuenta de que era la clave de la situación. A juzgar por su reacción, Leo abrió los ojos y les dijo a Isabella y a Jorge:
—Se está haciendo tarde, deberían ir a descansar. Consideraré sus sugerencias esta noche y les daré una respuesta a primera hora de la mañana.
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