Capítulo 610 La amante de Jorge
Galileo se quedó de pie frente a las escaleras, inseguro de a quién buscar entre ellos y de lo que debía hacer a continuación. Se sentó en el sofá, con una pizca de preocupación cruzándole la frente. Al escuchar el ruido metálico de unos pasos que bajaban, Galileo salió de sus pensamientos. Miró y vio a Isabella bajando las escaleras con el perro.
Con una mano en el bolsillo y la otra lanzando arriba y abajo la pelotita favorita de Jacinto, caminaba despacio. Al ver a Isabella, una extraña sensación de calidez disipó la pesadez del corazón de Galileo. Decidió confiar en Isabella y se sintió avergonzado por la ligera duda que había albergado. Isabella lo saludó.
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