Capítulo 447 Muerte
La certeza de Isabella rivalizaba con la de cualquier doctor, su tacto permanecía en el pulso del niño, su agarre era firme, pero suave. En los oscuros confines de la estructura derruida, un pesado silencio envolvió a Isabella, con los rasgos contraídos y una intensidad feroz ardiendo en sus ojos, testimonio silencioso de su conmoción y consternación.
En la desolación de la vivienda en ruinas, no había nada de valor que justificara la peligrosa búsqueda de dos simples chocolates por parte del muchacho. Con tan preciados tesoros en la mano, la lógica dictaba que debía regresar rápido a la seguridad de la humilde morada de su abuelo.
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