Capítulo 180 La perdición de Julián
Clavó en la mesa una daga manchada de sangre. Julián la miró fijo, y se dio cuenta de que era la daga de Josué. Julián, en cambio, no tenía tiempo de preocuparse por el dueño de la daga. Julián fijó sus ojos de serpiente en Isabella. Estaba repitiendo sus movimientos en su mente.
Su estilo de lucha era inquietante y similar al de Sombra Sangrienta. Sombra Voladora se apoyó contra la pared en agonía, con la muñeca izquierda derramando sangre, dejando al descubierto las venas e incluso el hueso. Debido a su intenso movimiento, el veneno de su sistema aceleró sus efectos, haciéndolo sangrar por los orificios. La sangre roja oscura le manchó el rostro. La sensación de ardor en su pecho le hacía desear la muerte.
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