Mabel Lombardini lo miró a través de ojos llenos de lágrimas como si tuviera mucho que decir pero no supiera por dónde empezar.
Carlos ya no pudo contener sus emociones. Ignorando la sangre que aún brotaba de su pecho, se precipitó hacia Mabel Lombardini y la abrazó. "Todo es culpa mía".
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