Capítulo 3 Una mujer molesta
Luego de que los soldados lleguen, Merrick decide irse con ellos para hablar con el rey acerca de lo ocurrido. Cuando llega al palacio hay un revuelo de gente, los «pajareros», la manera coloquial de llamarle a los encargados de recibir los cuervos mensajeros del reino, corren con mensajes en sus manos.
—Esto no pinta nada bien —se dice Merrick, quien apresura sus pasos para alcanzar a uno de los consejeros que va vestido para la corte.
—¡Merrick! Que bueno que estás aquí, me dijeron que te habías ido a Maverick.
—Tuve un contratiempo en la posada de Herminia, me vi en la obligación de regresar.
—Muy acertado de tu parte, me temo que el rey Solomon te necesita más que nunca.
—¿Qué pasa?
—Hay voces de guerra, Merrick, nada más ni nada menos que con los faunos. Al parecer el rey Font está aburrido de tanta paz, no sabe el daño que le hace a los pueblos con esas acciones.
—Veremos a dónde llega.
Llegan al salón de la corte, en donde los reyes y la princesa están sentados en sus respectivos tronos. La princesa Lucía se pone de pie para abrazar a Merrick y este le regresa el gesto, lo lleva a su asiento que está al lado de ella, y todo el salón se queda en silencio cuando el rey se pone de pie.
—Los mensajes desde los pueblos fronterizos con el reino de Font no dejan de llegar. Desde Aguas Claras nos informan que un ejército de al menos dos mil soldados se apostó del lado sur del lago, he ordenado la evacuación inmediata de las cuatro ciudades que están en la frontera.
«Además, he ordenado que el cuartel en Santarya se mueva hacia el sur y en una hora el general irá a encontrarse con nuestros hombres, pero sabemos que no será suficiente, porque el último informe del alcalde de Aguatormenta es que han visto orcos moverse por entre los bosques.
—¡Eso no puede ser! —grita uno de los consejeros—. Los orcos le habían jurado lealtad a Zondeya.
—No sabemos de lo que pueda ser capaz Font, recuerda consejero Bris que el pueblo de los orcos está del otro lado del reino de los faunos y son orgullosos, no suelen pedir ayuda a menos que ya no puedan más con la situación.
—¿Y no hay alguna información sobre ellos? —pregunta el mismo hombre y el rey niega.
—Al parecer todos los cuervos que han salido de allí han sido interceptados, esa es la información que hemos obtenido de una fuente cercana a Font.
Todos comienzan a hablar al mismo tiempo, Lucía se ríe un poco por la actitud de los hombres y Merrick la regaña.
—No es momento de reírse, Lucía.
—Me río de ellos, parecen cotorras, pero ya verás cómo mi padre los manda a callar —sin embargo, tanto el rey como la reina la miran a ella y sabe lo que tiene que hacer. Se pone de pie y Merrick repara en la fina armadura que lleva sobre el vestido.
Lucía da dos pasos hacia adelante, se arranca la falda del vestido y saca una espada de acero forjado con un brillo especial. Todos se quedan en silencio mirando a la joven con sorpresa.
—Luego de mucho hablar con mis padres, los reyes, yo seré quien vaya en su representación al campo de batalla. Según un nuevo aliado, soy yo quien debe ir para detener lo que se avecina, es por eso que no sólo el general se hará cargo de la situación, sino que la realeza misma pondrá sus manos allí.
—¡Pero princesa, usted no puede ir! Es la única heredera…
—¡No voy a negarme al designio de los dioses, consejero Bardoc! —la respuesta firme de Lucía demuestra que la educación que ha recibido rinde sus frutos—. ¡Si hubiese nacido varón, ninguno de ustedes estaría dudando de mi representación ante Font! Les recuerdo que en Zondeya se valora a la mujer por lo que puede dar y yo tengo mucho que entregar a mi pueblo.
Merrick se pone de pie y se para al lado de la princesa, ella sonríe y Merrick sólo rueda los ojos.
—Yo iré con la princesa para asegurarme de que nada malo le pasará a la heredera de Zondeya —todos estallan en aplausos y vítores, ella mira a Merrick con molestia.
—Me acabas de dejar como la princesa que necesita un niñero.
—Más bien soy el que aplicará la protección sagrada a la princesa, pero ni creas que pararé una espada que vaya hacia ti, para eso te has entrenado, ¿no?
Lucía se ríe y sale del salón con rumbo al patio central, la reina se va con ella para darle las últimas recomendaciones mientras la chica se coloca una armadura que parece ligera, pero Merrick logra detectar que ha sido forjada con el fuego eterno del volcán Gütter y algo de magia.
—Lucía, debes cuidarte. Sé valiente, mas no temeraria… sabes cuál es la diferencia.
—Sí, ser valiente es responder con honor y valor ante una situación peligrosa, mientras que ser temerario es ponerse en peligro sin necesidad de hacerlo.
—Exacto, hija mía —la reina le acaricia el cabello y le sonríe—. Me quedo tranquila al saber que Merrick será tu escudo, sé que no te fallará.
—Por supuesto que no, la cuidaré todo lo que pueda —promete él.
Llegan algunos baúles con artículos para ambos, Merrick agradece que le evitaran el problema de empacar, porque eso no es de su agrado. Antes de salir con el ejército, Merrick se lleva a la reina a un lado y le dice bajo, para que nadie más oiga.
—Loane, hoy fui atacado por Morlock, un hombre al que Font le pagó para venir al reino, pero una mujer se lo llevó…
—Tranquilo, lo sé todo —él no puede evitar su sorpresa, ¿cómo se enteró de todo? —. Morlock está aquí, la mujer resultó ser una aliada, ella fue quien le sacó la información que manejamos.
—¿Esa mujer está aquí?
—Claro que sí, mago Merrick —se oye la voz de la mujer risueña tras Merrick y este se gira molesto justo cuando ella está santificando una daga que se guarda en el cinto—. Y me uniré a la batalla, no sea que necesites de mi ayuda otra vez.
Merrick gruñe y camina hacia su caballo, se posiciona al lado de Lucía y salen de allí con el resto de la guardia real, el general y aquella molesta mujer que se posiciona del otro lado de Lucía, sin dejar de pensar en que al menos tendrá la oportunidad de mostrarle que él solo puede con todo… o eso es lo que él cree.