Capítulo 37
Alessandra salió de la oficina en cuanto obtuvo los documentos firmados y Dominic casi quiso retenerla con cualquier excusa, al sospechar que se toparía con Belmont. ¡Maldición! Estaba dispuesto a dar lo que fuese, por evitar que esos dos cruzaran la más mínima palabra. La impotencia acumulada de todos esos meses, volvió a invadirlo y toda esa frustración, se alojó en sus hombros, ya no sabía qué hacer con su vida.
—Alessandra, ¡Qué gusto verla de nuevo! —saludó Belmont muy educado, ofreciéndole su mano al toparse con ella de frente—. Estaba muy elegante ese día, con un esmoquin beige que quedaba perfecto en su cuerpo y con el tono de su piel—. Era tan imponente como Dominic, solo que cada uno con su estilo, de bellezas muy distintas, pero ambos seductores y todos unos rompe corazones.
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