Capítulo 10
—Señor Lombardo, el señor Vittorio me pidió le trajera estos documentos para firma—anunció Alessandra con incomodidad, viendo al suelo fijamente—. No quería verle a la cara, lo más probable, era que ella tuviera más vergüenza por haberlos interrumpido, que él, por haber estado haciendo algo indebido.
—Déjelos sobre el escritorio— ordenó sofocado, seguramente por la interrupción y aún oculto tras el respaldar de la silla.
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