Capítulo 118 Ellos no pueden saberlo
— Pero si al final resulta que ellos no se aman, no vamos a obligarlos. — Advirtió Bianca, Los hombres estuvieron de acuerdo y lo expresaron con un leve asentimiento, alzando sus tragos en una especie de brindis que hicieron ambos hacia ella como si así sellaran el trato.
Los años habían pasado y allí estaba ella, rumbo al primer regalo que le harían a la pareja, no podía seguir dejando que su hija viviera en uno de los picaderos de Enrico Dumas, aunque este hubiera sido transformado en un conveniente nidio de amor para su hijo; no, su hija era una princesa, la más poderosa de toda Italia y ella, se encargaría que tuviera un palacio a su medida si lo que pretendía era quedarse allí junto a su pareja.
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