Capítulo 40 Tú eres quien me llena a mí de mariposas
Ella lo tenía loco con cada uno de sus gemidos, de sus gestos, de su entrega, simplemente hermosa e impaciente.
— No me detendré…—murmuró Enrico bajando con su boca hasta el su valle de Venus, dónde no tardó en abrir sus pliegues y probar su sabor.
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