Capítulo 3 Cretino
El sonido del despertador hace que me levante rápidamente de mi cama, tomo mi móvil y presiono el botón de apagado para callar la molesta alarma, ayer Ana hablo con su supuesto amigo, Connor como supe se llamaba.
El hombre habló con el señor Miller y este accedió a recibirme alas ocho de la mañana, así que aquí estoy lista para bañarme y empezar con mi trabajo de alistarme y dar una buena impresión, como diría mi padre, la primera impresión es la que cuenta florecita.
Luego de salir de la relajante y maravillosa ducha, tomo el vestido blanco que Ana me presto ayer, un precioso vestido ajustado hasta las rodillas con tiras que marcan mis curvas y resalta mis pocos pechos, pero si mi gran trasero, es algo raro para mí no suelo usar este tipo de ropa, nunca me ha gustado mostrar mis curvas de esta manera, las miradas lascivas de muchos hombres y mujeres me incomodan, por eso, tomo un Blaise azul marino y lo coloco sobre el vestido, procedo a maquillar un poco mi cara y peinar mi pelo, decido dejarlo suelto, pero con una pequeña trenza de lado, coloco mis lentes de contacto en cada ojo y tomo mis cosas para salir de mi habitación, los tacones que estoy usando me quedan un poco pequeños por lo que se me dificulta caminar, en la sala se encuentran ya despiertos y perfectamente vestidos luke y Ana
—Joder, si no te viera como mi hermana ese vestido no estaría en ese lugar—el humor un poco sexoso de luke me saca una sonoriza, estoy tan acostumbrada a eso que ya no surte el mismo efecto de antes
—Gracias a Dios que soy tu hermana de otra madre porque de lo contrario serio incesto—él me guiña el ojo y sigue comiendo sus huevos con tocino, mi mirada se dirigía a Ana quien tiene una gran y perfecta sonrisa en sus blancos dientes
—Sabía que ese vestido te quedaría perfecto, no sabes cómo envidio esas caderas y trasero que tienes—sonrió y me siento a su lado.
Ana siempre ha dicho amar mis caderas y mi trasero, es herencia de mi madre y algo muy peculiar en las latinas, así que debo agradecerle a mi madre por esa sangre latina que hay en mí, Ana tiene unos senos que no creo que existan naturalmente, es algo que yo envidio de ella y de lo que ella se siente muy orgullosa y no se preocupa por tapar.
—Connor ya hablo con Miller, así que solo di tu nombre y te dejaran pasar, no te preocupes por nada, si te sientes más tranquila, el jefe de recurso humano será quien te haga la entrevista, así que no tendrás que estar frente a la bestia Miller.
Cuando las últimas palabras salen de su boca un fresquito recorre mi cuerpo, en realidad ese era mi miedo, no sabría si ese hombre era tan intimidante como pensaba y no quería cargarlas, así que algo de alivio es bueno para mí.
—Lo lograrás princesa, eres la mejor en lo que haces, además no entiendo el alboroto por ese hombre, no puede ser tan malo como dice—beso la mejilla de luke y observo como Ana blanquea los ojos, siempre ha detestado nuestras formas de afecto, pero es que es inevitable luke es un amor con nosotras, aunque ella lo niegue también ama que nuestro mejor amigo se comporte como nuestro hermano mayor, aunque únicamente sea mayor que nosotras un año.
Termino mi tasa de café y tomo mi bolso para dirigirme ala parada de bus, ninguno de los tres tiene coche, tan solo llevamos un año aquí y lo primordial es el departamento por lo que el auto aún no es algo que nos preocupe.
—Bien, les contaré como me fue en la noche, deséenme suerte—digo caminando hacia la puerta de nuestro departamento.
—Sabes que la suerte se les desea a los perdedores nena, nosotros te deseamos éxitos que son para los ganadores—sonrió al escuchar las palabras de Ana, desde que la conozco ese siempre será su lema y que lema.
—Es cierto, me voy, los amo
escucho su yo también y cierro la puerta detrás de mí.
El imponente edificio de la editorial se presenta frente a mis ojos, es mejor de lo que imaginaba; Es realmente inmenso y alto, vidrios fuertes y altos se ven en cada cuadro de cada piso, las grandes letras de Miller editorial están en lo alto del edificio y las grandes puertas corredizas se ven desde mi lugar, pero como la torpeza es mi mejor amiga al caminar para acercarme ala entrada uno de mis tacos de punta se introducen en una baldosa y resbalo hacia adelante cayendo sonoramente sobre un cuerpo que está frente a mí y no había visto.
Con mi cara roja como un tomate levanto la mirada hacia el hombre que me tiene fuertemente agarrada de las caderas y que tengo bajo mi cuerpo, unos hermosos ojos
verdes como una esmeralda, pero fríos como el hielo me miran fijamente, su mandíbula bien perfilada en forma de diamante se aprieta con fuerza, una barba bien definida es acompañada con esos gruesos labios y por último su oscuro pelo negro bien peinado es lo que ven mis ojos.
Nunca imagine encontrar un hombre tan atractivo y varonil en mis 23 años, este hombre podría ser un actor de Hollywood o un modelo de Calvin Clein, pero todo pensamiento queda en el olvido cuando su voz fuerte y varonil se escucha
—Señorita, podría por favor quitarse de encima de mí—su tono sale tan frío e intimidante que produce un fuerte escalofrío por todo mi cuerpo
—Oh, si Dios, lo siento, tropecé y no me di cuenta de que usted estaba ahí, le pido me disculpe—me levanto con cuidado para no mostrar más de lo debido y sacudo mi vestido blanco, él hace lo mismo tomando el móvil que estaba a su lado, su altura me hace sentir muy pequeñita, me repasa con su mirada y se aclara la garganta
—Porque no mira por dónde camina, arrugo mi traje con su insípido cuerpo—una grande o se forma en mi cara por las crudas y frías palabras de este hombre, acabo de insultarme.
Pero que se cree este cretino, que me importa su maldito traje, es un cretino que no sabe tratar a una mujer, pero yo le voy a enseñar, no voy a permitir que se burle de mí en mi cara, acomodo mi cabello y levanto la cara en su dirección
—Y un cretino como usted, debería mirar el camino y no su tonto celular. ¿No cree?. Ahora si me disculpa tengo una reunión importante—con mí caminar chulo tome dirección hacia las puertas del grande edificio, escuchando el brutal gruñido a mis espaldas, alguien no le agrada no tener la última palabra, una sonrisa de satisfacción cruza mi cara y con eso entro en el edificio sin imaginar que ese encuentro me traería más de una sorpresa.
Luego de anunciarme en recepción una mujer rubia con un cuerpo precioso me dirigió hacia una sala de espera, las paredes negras y blancas le dan ala sala un estilo sofisticado y caro; todo este lugar grita dinero por donde mires, acomodo mi cabello detrás de mi oreja y muerdo mi labio con nerviosismo es un tipo de manía que suelo tener cuando algo me pone nerviosa, aproximadamente veinte minutos la misma mujer rubia se acerca a mi
—Señorita romero, sígame por favor
tomo mis cosas y asiento en su dirección, la mujer camina por un largo pasillo blanco, luego de unos segundos se detiene en una gran puerta negra y toca un par de veces, un fuerte y grueso adelante se escucha del otro lado, asiente en mi dirección y abre la puerta para que pueda entrar
hago lo que la mujer de la que no sé el nombre me dice y entro él la gran habitación, escucho el sonido de la puerta siendo cerrada a mis espaldas y observo el lugar a mi alrededor, un amplio despacho con un pequeño bar en una esquina, una gran librería en el otro extremo, dos sillones negros alrededor de una gran mesa de vidrio pueden observar mis ojos, detrás de ese gran escritorio hay una silla giratoria en la que está sentado alguien el cual me da la espalda, ya que observa la gran ciudad por el amplio ventanal.
—Tomé asiento señorita—su profunda voz se me hace conocida, pero toda curiosidad muere cuando su tono sale autoritario y frío, camino hacia los sillones y tomo sitio en uno de ellos, mi cuerpo está tan frío que creo que moriré, me tiemblan las manos y la sola presencia de este hombre me produce algo que no sé cómo explicar, en un delicado y pausado movimiento el hombre se mueve dándome ahora la cara y mis ojos no pueden creer lo que ven, frente a mí está el hombre que hace unos momentos llame cretino y deje con la palabra en la boca en la puerta del edificio, su sonrisa es tan grande y siniestra que me recorre todo el cuerpo.