Capítulo 54 No está muerta
De saber antes que dirigirse a ella con indiferencia mejoraría tanto su situación, lo haría antes. Mientras reía, Félix sintió que alguien le jalaba de la pierna del pantalón. Al principio pensó que era un perro y por instinto le dio una patada. Tras apartarlo de un puntapié, poco después volvieron a jalarlo.
Félix bajó la mirada y se encontró con dos mendigos que lo miraban con atención. Parecían bastante jóvenes. El único defecto notable eran sus manos, a las que les faltaban los diez dedos y estaban envueltas en un pedazo de tela. Estaban tirados en el suelo, como cualquier otro mendigo, pidiendo dinero.
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