Capítulo 45 Todo ladra y no muerde
Justo cuando Annabeth terminó de decir lo que quería, se dio cuenta de que la dependienta que tenía delante se limitaba a mirarla con una sonrisa tonta. Sus cejas se fruncían en respuesta. Se preguntó si estaría enferma.
«Olvídalo. Si quiero algo bien hecho, tengo que hacerlo yo misma».
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