Chiara no había esperado que la actitud de Israel permaneciera igual después de haberle contado toda la verdad de una forma calmada y paciente.
—Israel. —Sus manos se cerraron en puños mientras fruncia el ceño—. ¿Puedes dejar tus prejuicios a un lado? ¿Cuántos prejuicios más vas a achacarme porque no te dije la verdad? ¿De verdad piensas que haría daño a mi propio hijo? No creo que esté yendo demasiado lejos al pedir esto.
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