Capítulo 9 Por favor, asiste a mi boda
Entretanto, Libe Santos apretó su agarre en el brazo de Cristóbal, como si lo estuviera reclamando. Sonrió a Chiara y dijo:
—Mírate, Chiara. ¿Por qué no nos contaste a Cristóbal y a mí que estabas de vuelta?
—No creí que fuese necesario.
—Me enteré de que cortaste los lazos con los Arévalo para ir al extranjero en aquel entonces. —Libe sonaba preocupada, pero a pesar de su apariencia apacible sus palabras eran mordaces—. ¿Quieres volver a la mansión de los Arévalo a echar un vistazo?
Cristóbal interrumpió, como si notara que Chiara estaba incómoda.
—Libe, vámonos.
—¿Por qué tienes tanta prisa? Todavía quiero hablar con ella, ya que hace tiempo que no nos vemos —replicó Libe mientras arrastraba a Chiara hacia el ascensor a la fuerza, sin permitir que esta rechazase.
Sintiendo que se le secaban los labios, Chiara bajó la mirada.
Libe la metió dentro del ascensor a rastras cuando se abrió la puerta. Ya que Chiara estaba mirando hacia abajo, solo pudo ver que entraba un huésped al ascensor después de ellas, así que se apartó un poco.
Cuando la chaqueta de traje del huésped que pasó por su lado le rozó la punta de la nariz, su frialdad hizo que temblase sin saberlo. Por algún motivo, esa frialdad le resultaba familiar.
Chiara miró hacia arriba e intentó robar una mirada al huésped, pero antes de que pudiera hacerlo, Libe se posicionó delante de ella con sus tacones.
—Chiara, ¿podrás estar ahí en esa fecha?
Sin saber qué acababa de decir Libe, Chiara apartó la mirada, preguntando:
—¿Perdón?
—Me refiero a la fiesta de compromiso de Isaac y yo. —Libe levantó una mano para mostrar el reluciente anillo de diamantes en su dedo anular. Con una mirada engreída en los ojos, esbozó una sonrisa con sus labios rojos, diciendo—: Es el día 18 del mes que viene. Espero que estés ahí.
El conocido y caro anillo de diamantes era tan brillante que dañaba la vista de Chiara. Recordó que en el pasado, ella misma señaló un anillo en una joyería con Cristóbal, diciendo que debía tenerlo para su anillo de boda. No esperaba que ahora, ese anillo acabase en el dedo de Libe.
—Acabo de empezar a trabajar, así que puede que no esté libre. —En vez de mirar el anillo, Chiara giró la cabeza, por si se disgustaba aún más.
—¡Tienes que venir, Chiara! —Sonriente, Libe cogió la mano de Chiara con afecto—. He tenido ganas del día en el que puedas ser mi dama de honor.
Chiara se mofó para sus adentros: «¿Insinúa que quiso robarme el novio hace mucho tiempo?».
Los ojos de Libe parpadearon al ver que Chiara guardaba silencio, y sugirió con una sonrisa:
—Sé que temes no tener un compañero que pueda asistir a la fiesta contigo. No pasa nada; tengo muchos amigos, así que puedo presentarte uno.
—Sí tengo novio, pero me viene mal asistir a la fiesta. —Chiara apartó con calma la mano de Libe—. Además, me temo que él no me permita asistir a la fiesta de compromiso de mi exnovio y ex mejor amiga.
La expresión de Cristóbal cambió un poco. La expresión de Libe también se congeló por un momento, acto seguido tomó la mano de Chiara de nuevo, de manera al parecer amistosa.
—Chiara, ¿por qué no llamas a tu novio para que venga aquí, y nos lo presentas? Debo darle las gracias por cuidar tan bien de ti.
—No hace falta molestarse. Está muy ocupado.
Mientras Libe jalaba a Chiara, la última tropezó y cayó de inmediato. Sin embargo, Libe se hizo a un lado en silencio, sin mostrar intención alguna de ayudarla a levantarse. Chiara cayó y su cabeza chocó con un pecho duro, haciéndole daño en la frente.
—Je.
Escuchó una risa desdeñosa por encima de ella. Por algún motivo, la risita le sonaba familiar.