Capítulo 302 Dijiste que no estabas jugando, bisabuelo
Mientras las luces del pasillo parpadeaban, las figuras de una pareja estaban acurrucadas una contra la otra, abrazándose con cariño. Tras equivocarse de contraseña varias veces, incontables pitidos hicieron eco en el lobby vacío del ascensor.
Eventualmente, ingresaron la contraseña correcta, y la pareja irrumpió en la oscuridad de su unidad de apartamento.
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