Mientras miraba la foto en el periódico que hizo un periodista, Pedro reconoció a algunos peces gordos mientras su rostro palidecía.
—¿Qué diablos te pasa? ¿Cuántas veces te he dicho que una pequeña empresa como la suya no es una amenaza para nosotros? ¡No tienes que perder el tiempo poniéndoles trampas!
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