Capítulo 23 ¡Por fin has dicho algo, Moisés!
El monovolumen siguió avanzando despacio en la autopista abarrotada tras llevar a Chiara y su hija a casa. Dado que era la hora punta nocturna en la ciudad Melrose, había un atasco de tráfico camino a casa. De costumbre, Moisés empezaría a alterarse un poco en tal situación, pero ese día estaba extrañamente callado. Tenía un crayón en la mano y dibujaba en su minúsculo tablero de dibujo.
Mientras tanto, Israel seguía incrédulo; era incapaz de dejar de pensar en lo ocurrido en el restaurante japones esa tarde.
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