Incluso un chico de temperamento tranquilo como Ícaro se enfadó un poco. —Pero tú eres mi hijo. ¿No deberías tomar mi apellido? —No podía aceptar el hecho de que su hijo hubiera tomado el apellido de otro hombre. «Podría haber mentido. Hubiera sido feliz con eso».
—Los Uribe me criaron. Les debo mucho y no me cambiaré el apellido tan fácilmente. —Había determinación en los ojos de Edmundo, pero también una pizca de culpabilidad.
Obtiene más cupones de libro que los de la appRecargar
Ir a la app de Joyread
Sigue leyendo más capítulos y descubre más historias interesantes en Joyread