Capítulo 37 De copas
Ada estaba segura de que se trataba de un intento de intimidación de Elsa para ganar tiempo, y no tenía ninguna prueba. No tenía ninguna prueba de su inocencia. Levantó la barbilla con orgullo y quiso ver qué tramaba Elsa ahora.
—En ese caso, déjame enseñarte mis pruebas —respondió Elsa con rotundidad y sacó su teléfono del bolsillo. Hizo clic en el reproductor, y al instante, todo el mundo escuchó la voz dominante de Ada desde el teléfono.
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