Capítulo 175 Las cosas pequeñas son muy bonitas
Arturo miró fijamente a Elsa, que estaba inconsciente a su lado, mientras una sonrisa de satisfacción se dibujaba en su rostro. «¡Aun así caíste en mis manos!».
Justo cuando estaba a punto de llevarla a la habitación del hotel, la puerta de madera de sándalo resonó con un fuerte golpe y se abrió de par en par.
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