Capítulo 7 ¡Eres un maldito!
— Ahora podría romperte la mano — Adelantó ella su muslo quedando en un punto donde él pudiera verlo y se levantó la camiseta para mostrarle el liguero donde todavía quedaban dos puñales más.— y ni siquiera me desarmaste del todo… menudo novato Phantom, espero que lo de las carreras se te dé mejor que desarmar a una mujer a la que crees indefensa.
—Te reto a que lo intentes — mencionó el hombre sintiendo que la presión en medio de sus piernas era insoportable, esa mujer lo ponía más caliente y duro con cada cosa nueva que descubría de ella.
Pero aceptaría el reto, nada le gustaba más que los retos.
—Soy el mejor en las carreras y no solo en eso, conejita en todo lo que me propongo — mencionó, haciendo una contra llave que hizo que ella fuera la que ahora se encontrara con la espalda pegada a la pared tras de ellos, metiendo una de sus piernas entre las de ellas evitando con eso que pudiera intentar defenderse o hacer algo más.
Phantom o, mejor dicho, Ethan, llevó su mano derecha por la pierna de la joven, sin prisa, dejándole sentir su tacto al hacerlo, sacando los puñales y arrojándolos lejos de donde estaban.
Llevando su mano por sus costados y recorriendo sus curvas, aprisionado sus dos manos por arriba de la cabeza de la joven.
Quedando muy cerca de su rostro, tentándose a volver a besarla, notando cómo los labios de ella temblaban ansiosos también de anticipación, porque aunque estuviera enfadada, ardía con el mismo deseo que él.
—No me importa lo que digas, eres mi conejita, a partir de esta noche lo eres.
Dylan tenía la certeza de que debía ser una jodida masoquista, porque aquello lejos de asustarla o enfadarla, la ponía muy cachonda, tanto que sentía sus bragas completamente empapadas.
— No soy nada tuyo, uno no abandona lo suyo de la forma en que tú lo hiciste.
La joven se removió intentando deshacerse de su agarre, observándolo con rabia, sobre todo al sentir como sus ojos ardían por esa confesión, acababa de exponerse y tenía esos labios tan cerca tentandola y volviéndola loca.
— ¡Eres un maldito! — dijo ella acercándose haciendo ver que lo iba a besar pero en lugar de eso mordió con fuerza su labio inferior hasta sangrarlo, hasta saborear su sangre, solo entonces lo soltó.
El dolor de ese beso salvaje, hizo que su polla pulsara aún más haciendo que le doliera más de lo imaginable, que la necesidad de liberarla fuera casi irrefrenable.
Aún así no se movió ni un ápice, todo lo contrario se las ingenio para tomar con una sola de sus manos las dos muñecas de la joven, llevando su mano libre hasta su entrepierna.
Lo que descubrió en medio de sus piernas lo hizo enloquecer.
—Sé que no fue la mejor manera de irme pero tenía que hacerlo. Tenía que correr una carrera más — por supuesto que era una verdad encubriendo una mentira pero al fin verdad —es por eso que he venido a buscarte.
Ella no podía evitar jadear por el roce de esos dedos en su intimidad, estaba necesitada de ser tocada ahí y sobre todo necesitada de él.
— Para…— pidió y aún así sus caderas se mecieron para aumentar el roce con los dedos de Phantom.
Joder esa mujer lo volvía loco o mejor dicho, no lo hacía pensar con su cabeza, al menos no con la que debería estar pensando, por qué volvió a besarlo a sabiendas que podía volver a morderlo y no le importaba, porque él también la mordería, pero no solo haría eso, también la follaria ahí, en ese instante, no podía contenerse más.
Por lo que llevó sus dedos, más allá de sus pliegues, justo en su centro, introduciendo uno de sus dedos y notando de inmediato como sus paredes se contrajeron en respuesta a su avance.
—Tu boca dice no, pero tú cuerpo dice otra cosa mi bella conejita — ¿Dime a quien le hago caso?
Dylan estaba levemente sonrojada por la excitación al sentirse penetrada por su dedo y no respondió, consiguió liberar una mano de su agarre y la llevó a la polla de su amante acariciando el duro bulto por fuera del pantalón.
— Supongo que no podemos quedarnos así — fijó sus ojos azules tan iguales a los de su amante, antes de apoderarse de su boca, en un beso furioso y nada delicado para luego ser volteada con rudeza sobre la barra de desayuno.
Por supuesto que no podían, y tampoco la hizo esperar por mucho tiempo, tras voltearla de espalda a la barra del desayunador, Phantom rompió sus bragas.
—No te preocupes, te compraré una docena más de bragas, cada vez que te rompa alguna — susurró en el oído de su amante, para luego dejar un camino de besos por su cuello antes de enterrarse nuevamente en ella.
Joder no importaba si no era la primera vez que la tomaba, la sensación de estrechez que conseguía sentir de ese hermoso coñito era algo que hacía que dejara de ser dueño de sus actos. La forma en que parecía adaptarse a él en un instante tentandolo a moverse a sentir más de ese roce y esa presión que lo había enloquecido horas atrás.
Por lo que nuevamente perdió el control, empezando a mover sus caderas perfiladas con firmeza y con la fuerza necesaria, haciendo que ella volviera a deleitarnos nuevamente con sus sensuales y excitantes gemidos.
— Solo si luego rompes cada uno de los conjuntos que me compres. Los aceptaré, porque no te creas que aceptaré solo las bragas, deben estar conjuntadas para ti.
Los pechos de Dylan se apretaban contra la barra y lo único que los protegía del frío era la fina tela de la camiseta que cubría su cuerpo y que Ethan había levantado por atrás. Su respiración se aceleraba por la excitación y el trato rudo al que era sometida, sus gemidos no se hicieron esperar, al recibir las atenciones de su amante, los gemidos roncos que él hacía al moverse, la fuerza y el deseo con el que la tomaba, con rudeza como si no pudiera contenerse y eso a ella la volvía loca porque eso quería que él no pidiera más que dejarse llevar por el deseo que sentía por ella.