Annalise se sobresaltó ante lo ocurrido. Se cubrió la cabeza y se acuclilló en el suelo. No pudo evitar gritar.
El cristal golpeó la pared detrás de Annalise y se rompió en pedazos. Al instante, los fragmentos cayeron sobre la espalda de Annalise. Estaba tan asustada que ni siquiera se atrevió a moverse.
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