La realidad y la imaginación se entrelazaron en un desastre, al tiempo que Lin Xinyan volvía a sus instintos más primitivos para poseer a Zong Jinghao durante esa noche. Todo pensamiento lógico la había abandonado y lo único que quedaba era una cáscara de piel que actuaba por voluntad propia. La pasión y la atracción que la envolvían hacían que se sintiera cada vez más inmersa en ese momento.
—Te extrañé muchísimo —dijo él de pronto.
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