Llevaron a Cheng Yuxiu a la sala de partos. Zong Qifeng se paseaba de un lado a otro frente a la puerta y de vez en cuando miraba al interior, pero lo único que oía eran los dolorosos gritos de Cheng Yuxiu. Wen Xian se acercó.
—No te preocupes demasiado.
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