Capítulo 157 También podrías rogar por ella
Shen Peichuan y He Ruilin miraron la puerta casi al mismo tiempo, y vieron que Zong Jinghao estaba allí de pie. La luz que lo iluminaba también ensombrecía casi toda su expresión; con sus huesudos dedos estaba recogiendo los botones de las mancuernillas en sus mangas, las cuales después enrolló, haciendo visible la mitad de sus fuertes antebrazos. La expresión en su rostro era tan serena que provocó que He Ruilin sintiera que un escalofrío recorría su espalda, ya que sabía muy bien lo que Zong Jinghao haría.
—Si me matas, nunca sabrás en dónde está. —El corazón de He Ruilin se aceleró con ferocidad.
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