Capítulo 40 Quiero irme de aquí
No sabía dónde estaba ni qué día era, pero cuando abrí los ojos una silueta borrosa apareció ante mí, tenía los brazos a cada lado de mi cuerpo, más allá de la silueta había algo blanco, una luz que golpeaba obligándome a parpadear repetidas veces hasta lograr observar un rostro muy cerca del mío.
Tenía mi boca entreabierta, la garganta seca y me sentía fuera de la realidad, el aire parecía entrar por mis fosas nasales casi involuntariamente, merodeando dentro de mi cuerpo tan rastreramente mientras seguía manteniéndome con vida.
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