Capítulo 3 Dos
Alisha se cambió de vestido.
Largó un suspiró antes de atreverse a salir de aquella habitación, no creía que ese tipo de ropa le sentara tan bien. No es que tuviese un mal cuerpo, es lo solo que prefería sus botas y chaquetas de cuero.
Aquella hermosa residencia lucía tan vacía.
No había ni un solo empleado pero el lugar no tenía una mancha de polvo, era una casa enorme de lujosos pasillos, vistosos recuadros, habían pinturas que serían de alguna colección limitada.
Mientras bajaba por las escaleras observó aquel candelero colgando en lo más alto del techo, parecía una telaraña adornada de muchos matices alicientes.
Se dirigió hacia la puerta.
Yendo en el auto conducido por su chofer, empezó arrepentirse en ir aquella celebración, tampoco no habría manera de escapar, tenía su mirada fija en las manos en su regazo. Todavía persistía en su memoria aquella fotografía en la que Gael parece tan feliz junto asa persona. Pareció un abrir y cerrar de ojos cuando el coche se detuvo, la puerta fue abierta.
Alisha reunió su último combo de valentía y salió.
Bufó.
Gael que había estado esperando con anticipación en la entrada del lugar, donde se celebraría el banquete, era la persona que le tendía la mano para ayudarle a salir, ni siquiera había notado que el chofer seguía en el auto, salió estabilizándose un poco con su ayuda.
Cuando Alisha salió del auto solo entonces descubrió que el vestido que había elegido al azar, en una tienda de baja calidad, era tan sorprendente cuando ella lo lleva. Sus ojos se posaron en ella de manera hipnótica.
Ese vestido color purpura saltaba lo diminuta de su cintura, tenía una abertura en su pierna izquierda que llegaba hasta mitad del muslo, que resaltaban lo largo de sus piernas y tenía un broche en medio su escote de corazón, como único absesorio.
Sin duda tenía un cuerpo hermoso, su piel nívea hacia que el color del vestido contraste perfecto con el color del mismo, su cabello rubio claro le favorecía muchísimo y esos labios pintados en rosa natural, le hacían ver ardiente.
"Piensas babear toda la noche"
Gael volvió en sí.
"Te crees la auténtica belleza" él rodó sus ojos.
"Acaso no lo soy"
"Solo haz el papel de buena esposa" le recordó, guiándola de la mano al banquete.
"Claro es lo único que importa, ¿no?" obvió Alisha dejándose arrastrar por el hombre de empresario.
"Deja de perder el tiempo, no estamos aquí para eso" reprochó su comportamiento tan inadecuado según él, debían hacer lo mejor que se podía. Aunque no esperaba mucho de una chica cursando apenas la universidad.
"¿Quién está perdiendo el tiempo? "
"Eres solo una universitaria" él se detuvo junto a la puerta. "¿Qué más podrías haber hecho aparte de perder el tiempo?" Gael negó para sí, reanudando su andar pero fue detenido.
"¿Qué puedes hacer tú, señor empresario?" Alisha le sonrió cínica, él quería mostrándose importante, bien, también podía con eso. "Son tus empleados los que mayor parte hacen. ¿Qué puedes hacer, aparte de firmar unos documentos? "
Gael se acercó quedándose a escasos centímetros del rostro.
"Deten ahora mismo esa actitud repugnante" él le dio un empujón con su índice en la frente antes de abrir la puerta.
Ambos atravesaron la puerta y todos las miradas cayeron sobre ellos.
Los cotilleos comenzaron de manera tan obvia.
Ambos siguieron caminando hasta que fueron interceptados por un inversionista de su padre.
"Es una verdadera belleza" expresó el señor Tonny mostrando su copa en un brindis por la jovial pareja de recién casados.
"Sin duda alguna" aprobó la esposa del señor Tonny, misma que llevaba enganchada del brazo.
Gael sonrió tomando de la cintura Alisha.
"La mejor de todas" acotó Gael sonriendo hacia la pareja de señores.
Alisha solo podía sonreír lo mejor que podía. Esa manera tan posesiva de acercarle había sido muy sorpresiva. No conocía esas personas, no sabía quiénes eran. Ella solo debía actuar bien.
"Gael, enhorabuena" exclamó uno de sus amigos.
Los señores se marcharon.
Sus amigos habían llegado curiosos ante el recién casado.
"Lo sé" él dejó un beso sobre la mejilla ajena, acaso no podía dejar de llevarla al límite, Alisha sentía sus mejillas ardiendo pero igual debía mostrarse genial, siguió sonriendo. "No podía esperar por mi esposa"
"Tanto que no puedes dejarla un instante"
"¿Eh? ¿Por qué haría eso?"
"Quizás, por qué no está siquiera clasificada para ser digna de ti" una voz cargada de sorna, llegó desde su costado, le hizo buscar el origen de aquel dueño. "Puede esa joven tener algo importante"
Alisha reconoció aquel desconocido al instante, era ese hombre desconocido que le invitó a bailar el día de su boda.
"Williams, puede un momento"
El mencionado siguió viendo aquel sujeto antes de encaminarse hacia un grupo de inversionistas.
"¿Te apetece bailar?"
Alisha observó a los amigos de Gael marché de uno en uno, quedándose con aquel desconocido que ofrecía nuevamente esa propuesta, la música seguía dando un buen ambiente. Ahora es una mujer casada y eso le hizo dudar.
"Creo que no estaría bien..."
El hombre sonrió.
"No sería la primera vez"
La música de tango resonó atrayendo las miradas sobre aquella pareja de baile en la pista.
Al invitarle a bailar no esperaba que estuviera bastante familiarizada con él, por no hablar que tenían unas excelentes habilidades de baile que sorprendieron a todos, pues sus pasos se coordinaban a la perfección, parecía que han sido una pareja de baile por años.
Ambos iban desplazándose por la pista en una caminata sincopada, dando un paso similar al anterior pero con más libertad.
Mientras bailaban Alisha fue suspendida por aquel desconocido, ella enroscó una de sus piernas en las contrarias dejando la otra extendida, dieron unas vueltas, siguieron otros pasos increíbles y se inclinaron dejando una pierna flexionada y la otra extendida en horizontal.
Siguiendo el ritmo de la música.
Quedaron en una posee muy llamativa, pues la pierna flexionada de Alisha estaba sobre el muslo ajeno mientras mantenía la otra extendida sirviendo de soporte en el piso, sus ojos estaban fijos en el rostro ajeno. Ese que no terminaba de comprender del todo. Una de sus manos estaba sobre el pecho ajeno y la otra sobre el hombro. Mientras la mano ajena se cernía en la cintura de la joven.
El vestido era revelador y resaltaba perfectamente la buena figura de Alisha.
Gael se arrepintió de haberlo elegido.