Capítulo 8 Siete
Gael desapareció por largas horas.
Se le daba increíble eso de irse, sin dejar huellas ni rastros, en esa enorme casa mientras andaba lo único que llegaba hasta mis oídos eran mis propios pasos resonar.
Bajé a la cocina.
Encendí la estufa friendo unos huevos, calenté el café en la cafetera y unas tostadas serían lo poco que llevaría mi estómago por lo que restaba del día.
No tenía una persona encargada de hacer la despensa.
En esa enorme casa solo habían lujos, ¿y la comida?, frustrada ante las desgracias que empezaban a rodearme. Terminé llevando la comida hasta el comedor.
"La salsa" farfullé, levantándome de golpe de la silla.
Sin embargo, al saltar fuera de mi asiento terminé golpeando la madera ocasionando que el impacto hiciera rodar el jarrón del florero que estaba casi al centro y éste cayera al piso rompiéndose por completo.
Cuando di un paso resbalé.
"Joder" grité jadeante.
Un vidrio se había clavado en la planta de mi pie.
Torpemente había caído de frente amortiguando el golpe contra mi torso. El agua se había escurrido por debajo de la mesa llegando hasta este lado del comedor, los vidrios habían salido dispersos en varias direcciones al romperse el jarrón. Jadeante anduve ágatas un poco, alejándome del desastre.
Me dejé caer en el piso, rodando sobre mi propio cuerpo, estaba luchando contra el dolor, apenas conseguí sentarme únicamente para descubrir que todo empeoraba. Tenía una herida en la parte inferior de la pierna, al ir ágatas había otro trozo de vidrio que rasgó mi piel, estaba sangrado demasiado.
Sin pensarlo con mis propias manos removí el vidrio en la planta de mi pie, lo cual fue la peor estupidez que hice hasta ese momento, había demasiado carmesí bañando mi pie.
Busqué a ciegas mi teléfono móvil entre mi ropa, queriendo marcar el número de Gael.
"Tengo que encontrar..." en ese instante como un rayo atravesó en mi cabeza, la verdad que no tenía el número de teléfono de Gael.
Nunca había tenido su número.
Deslice entre mis contactos marcando un número, aquel que indudablemente no me ignoraría.
"Yo... puedes venir"
"¿Qué ocurre?" su voz se alteró en segundos apenas captar la mía, sería tan terrible mi hablar.
"Necesito que vengas a la dirección..." indiqué la dirección casi al límite, aquel insoportable dolor estaba llevándose la lucidez de mis sentidos, creí que moriría desangrada en ese momento que se colgó la llamada.
No sé cuánto tiempo transcurrió antes que alguien llamara a la puerta, anduve con mi lento andar hasta atender a la persona que estaba tras la puerta.
"Alisha" su voz se escuchó como un susurró cuando mis ojos se cerraron momentáneamente. "¿Qué ha sucedido?"
Louis me llevó en brazos hasta la recámara.
Parpadeo queriendo terminar con esa sensación tan adormecedora cubriendo mi cuerpo, sentía que el techo estaba moviéndose levemente.
"¿Ha sido él?"
"No" respondí sin dudar.
Louis limpió mi herida, aplicó sus conocimiento en medicina para lidiar con el desastre que había terminado ocasionando accidentalmente.
"Tienes que descansar un poco"
"Estoy bien" me levanté un poco pero él me detuvo. Le conocía desde hace tanto tiempo. "Es solo una pequeña herida"
"Le he suturado unos puntos en la 'pequeña' herida" Louis me obligó a recostarme sobre la cama, quedándose en el borde, sabía que tenía miedo por las heridas y la perdida de sangre. "También apliqué antibióticos para detener la infección"
"Exagerar es..."
"Cállate" me ordenó.
Dormí unos minutos.
"Debo irme" informó en su susurro sobre mi oído, ocasionado que asustase y reaccionara alarmada. "Recuerda tomar los medicamentos para prevenir la infección"
"Te llevaré a la puerta"
"No es necesario" rechazó.
"Es lo menos que puedo hacer" sabiendo de lo terca que podía ser, simplemente cedió dejándome guiarlo hasta la puerta. "Gracias" musité en despedida mientras abría la puerta de la entrada principal.
Louis no entendía porque estaba protegiendo al espantoso hombre con el que se ha casado, tienen unos pocos días juntos, entendía porque acudió a él, sabía que ella no creía conveniente ir al hospital teniendo apenas unos días de casados. Siendo su psicólogo durante años. Se preocupa mucho por esa joven que podía estar sufriendo violencia doméstica.
"Tienes que decir lo que sea que sucede" insistió Louis antes de salir por la puerta. "Es normal tener miedo, podemos solucionarlo"
Alisha sonrió.
"Estoy bien" declaró, tratando de apaciguar aquella preocupación en su psicólogo, Louis es importante para ella.
"Bien" Louis asintió comprensivo antes de salir por completo por la puerta, apenas bajar el escalón de la entrada escuchó el sonido de la puerta cerrándose.
Mientras andaba por el jardín.
Louis observó un auto estacionar en la entrada de la residencia, un hombre joven cabello rizado bajó del mismo, Gael volvía a casa.
Louis se detuvo en la entrada de la residencia observando al joven Gael que regresaba después de horas estando fuera de casa.
"Tú y Alisha acaban de casarse, no tienes derecho hacerle eso" le recordó con voz neutral el doctor. Realmente le preocupa que ambos son jóvenes deberían llevar una relación sana, no irse hasta los extremos.
Gael frunció el ceño.
"Acaso eso te concierne" su voz gutural, se alzó en demasía. "¿Quién eres?" Gael encaró al médico.
Alisha que se había puesto un vestido largo para cubrirse las heridas, al escuchar aquella voz perteneciente al joven dueño de casa, se retiró de la madera en la que estaba recostada y abrió.
"¡Es mi primo!" salió a toda prisa y explicó al joven Williams. "Estaba por irse" al llegar junto al doctor le dio un leve empujón haciéndole salir hacia la carretera, era cierto, han vivido durante años en la casa de sus abuelos. Es normal que su primo se preocupe por ella.
Después de hacer salir a Louis.
Su primo se despidió con un gesto de mano haciendo su andar hacia la estación.
Cuando Alisha se giró, ella se dio cuenta de la cara fría de Gael.
"Sé que no debo considerar tu casa como mi hogar, no tienes que decirlo" Alisha se apresuró a recalcar, viendo fijamente al joven Williams.
Gael sonrió fríamente.
"¿Por qué le has hecho venir?"
Alisha dudó.
Sin esperar a que ella respondiera Gael continuó.
"Soy el dueño de esta casa, y solo yo puedo invitar a huéspedes a mi hogar" dijo con impaciencia. "Debes ser una invitada temporal competente"
"Lo sé" Alisha admitió. "Tienes que ser un dolor en el cuello todo el maldito tiempo"
Claro, aceptaría que es una invitada en esa bella casa llena de lujos pero no permitiría ser llamada implícitamente incompetente. Él debía conocer su lugar.
Gael le restó importancia clavando su mirada en ese atuendo de su esposa.