Capítulo 30 ¡No podré borrar esa imagen de mi memoria!
Gracias a los medicamentos que Sergio le envió a Paula, el dolor extenuante de cabeza fue cediendo. Aquella mañana ella se levantó temprano, y preparó el desayuno, observó todas las cosas de exclusivas marcas que Juan Andrés había adquirido para llenar la alacena. Resopló y negó con la cabeza.
«De todos modos no se ha portado egoísta y comparte con nosotros» pensó ella, la mala apreciación que tenía de él, empezó a cambiar, y mientras el agua para el café hervía y los huevos se cocinaban, fue a sacar a Juancho y Leoncio del gallinero, los dos animales habían pasado en cautiverio estos días y a ella no le agradaba eso.
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