Capítulo 5 ¿En qué fallamos?

—¡Hice una pregunta! —exclamó en voz fuerte la madre de Juan Andrés, demostró a su hijo con la camisa manchada de sangre, el rostro lleno de rasguños, estaba desgreñado, y luego enfocó su vista en la muchacha, quien respiraba agitada y tenía el cabello enmarañado. —¡Esta loca me agredió, mamá! —se quejó él—, no la quiero en la hacienda, sáquenla —ordenó. —¿Qué le hiciste? —cuestionó la señora Duque a su hijo, mirándolo con profunda seriedad. El joven arrugó el ceño. —¡Nada! ¡Ella me estaba provocando y como no le hice caso! —¡No es cierto! ¡Eres un mentiroso! —gritó Paula, intentó soltarse del agarre de los hombres que la sostenían. —¡Eres un atrevido! —rugió—, dile a la señora como mandaste a los municipios para que me quitaran mi mercancía —gritó despavorida a los cuatro vientos. —¿Hiciste eso? —indagó María Paz, negando con la cabeza. Juan Andrés demostró a Paula amenazante, y luego dirigió su vista a su madre. —Esta loca me confunde, no es cierto, mamá! —mintió él. Paula modificó zafarse de los recolectores, y se lanzó de nuevo sobre él. —¡Mentiroso! —vociferó, estaba por abofetearlo de nuevo cuando sintió que todo daba vueltas a su alrededor, se puso pálida como un papel, la visión se le tornó borrosa, y se desvaneció. —Lo que me faltaba —gruñó Juan Andrés con evidente molestia, alcanzó a sostenerla—, no se queden ahí parados —vociferó a los trabajadores—, ayúdenme. Paz sacudió su cabeza, reaccionó de inmediato. —Lleven a esa muchacha a uno de los cuartos del cuartel de recolectores —ordenó María Paz, y luego demostró a su hijo con profunda seriedad—. Ya hablaremos —advirtió. Andrés rodó los ojos, y arrugó los labios, se dirigió a la casa. «M@ldita loca, chismosa» Instantes después de que Paula parpadeó, sintió la cabeza pesada, cuando abrió sus ojos, no reconoció el lugar donde se encontraba, la pieza era sencilla. —¿En dónde estoy? —cuestionó asustada, se sentó de golpe y todo dio vueltas. —Tranquila —escuchó en la dulce voz de una mujer—, estás en la hacienda la Momposina, te desmayaste —habló con dulzura aquella persona, jamás antes nadie la había tratado de esa manera, que se estremeció. Paula abrió con lentitud sus ojos, y reconoció a la dama, era la mamá de Juan Andrés. «¿Cómo una mujer tan dulce, puede ser la madre del ser más insoportable del planeta?» se cuestionó. —Lo lamento señora —se disculpó con la voz entrecortada, se sentó y buscó sus zapatos—, no volveré por aquí. —¿No necesitas trabajar? —indagó María Paz, la miró con atención. —Sí, claro que requiero hacerlo, tengo…—Apretó los labios y suspiró profundo—, pero su hijo me echó de la hacienda, y… —pausó lo que iba a decir—, no quiero más problemas con él. Paz elevó una de sus cejas, la demostró con atención. —¿Es cierto lo que dijiste? —indagó con curiosidad, y la mirada llena de tristeza—, mi hijo te hizo todo lo que mencionaste. Paula inclinó su cabeza, sus ojos se llenaron de lágrimas, se mordió los labios al recordar como por culpa de él, se llevó su carrito de jugos. Se quedó en silencio. —Vamos, cuéntame, confía en mí. Paula se cubrió el rostro con ambas manos, lloró con fuerza. —Es verdad señora —balbuceó gimoteando—, yo no miento, hay testigos, mucha gente filmó el instante en el que se llevaban mis cosas —sollozó—, pero no vaya a pensar que he venido hasta acá buscando desquitarme, no sabía que él era el dueño —resopló—, de saberlo, jamás hubiera puesto un pie aquí, su hijo me odia. Paz se estremeció y en su pecho se abrió una grieta, no comprendía porque su hijo se comportaba de esa forma tan cruel con las personas. —No te preocupes, yo me encargaré que mi hijo no vuelva a molestarte, puedes seguir viniendo si lo deseas —aseguró la señora—, ¿cuánto costaba tu carrito? —cuestionó Paz. —No he venido buscando indemnización, no me agrada que me regalen las cosas, siempre me las he ganado, soy pobre, pero tengo dignidad —enfatizó. Paz miró con atención a la muchacha, le agradó su actitud, le sonrió con ternura. —Por ahora ve a casa y descansa, pero antes de que te marches anda al comedor de los recolectores y pide que te sirvan de comer, aliméntate —propuso—, déjame tus datos personales, en estas fechas siempre necesitamos gente. Paula pasó la saliva con dificultad, había días que su comida era una fruta, porque ganaba muy poco y eso lo invertía en los gastos de su pequeño, además el mundo estaba lleno de gente indolente, de personas egoístas que solo se interesaban por sí Igual, como Juan Andrés Duque. —Gracias, es usted muy buena —indicó y los ojos se le llenaron de lágrimas. —Tranquila. —María Paz la miró con ternura. Paula se puso de pie, se colocó los zapatos, le dio su nombre y su dirección a Paz, y antes de salir se dirigió a la señora. —¿En verdad es usted la mamá del… patrón? —indagó con curiosidad. Paz frunció el ceño. —Por supuesto, soy su legítima madre, ¿por qué? —Disculpe si sueño atrevida, pero no me cabe en la cabeza que alguien de tan buenos sentimientos como usted, tenga por hijo a… ese nefasto ser, su hijo es de lo peor, lo lamento. —Salió de la alcoba y corrió hacia donde estaban un grupo de recolectores para averiguar dónde quedará el comedor. —Tienes toda la razón muchacha, debo tomar cartas en el asunto, mi hijo necesita aprender una lección —susurró Paz con la voz entrecortada cuando se quedó sola. **** —Varios recolectores afirman que te pasaste de atrevido con la muchacha quien te golpeó. ¿No te enseñó a respetar a las mujeres, carajo? —gritó a viva voz el señor Duque. Juan Andrés se agarró las sienes, frunció el ceño. —No grites papá —advirtió—, lo que ellos dicen no es verdad, mira cómo me dejó el rostro —señaló su cara—, pareció una gata salvaje —resopló apretando los puños—, esa recolectora es una ofreció como las demás, quieren atrapar al patrón para salir de esa vida de miseria, pero conmigo se equivocó. —¡No mientas más! —vociferó el señor Duque—, si te nombré administrador es para dar ejemplo, no para ir de acosador con las chicas que vienen a trabajar en esta hacienda, ellas lo hacen porque necesitan el empleo, no vienen buscando marido —resopló y negó con la cabeza. —¡Ya no sé qué hacer contigo! —se quejo—. Un dia de estos me vas a matar. Juan Andrés rodó los ojos, resopló. —No seas exagerado, además yo no entiendo, ¿por qué tanto escándalo por una simple recolectora? —reprochó con evidente molestia. —No es una simple recolectora, es una mujer y se merece respeto, y más del patrón, en todos estos años que yo estuve a cargo, jamás tuve lío de faldas con nadie —aseguró. —¡Es una campesina! —rugió con la respiración agitada Juan Andrés, y los puños apretados. «Todo por culpa de esa simple recolectora, espero no se le ocurra volver, porque haré sus días miserables» —¡No te refieres así de ella! —vociferó el señor Duque—, así sea humilde merece respeto. —Y no fue solo eso —interrumpió María Paz, descubrió a su hijo con profunda decepción, deglutió la saliva con dificultad, y narró lo que le hizo a Paula, y el carrito de sus jugos. Joaquín cerró los ojos sin poder creerlo. —¿Le hiciste eso? —cuestionó con la mirada llena de decepción. —¡No es verdad! —vociferó Juan Andrés con nerviosismo—, esa piojosa te está lavando el cerebro mamá. Paz derramó varias lágrimas, su pecho ardió de dolor. —No puedo creer que el niño dulce, noble y tierno que llorar se haya convertido en un ser despiadado y sin corazón —expresó con la voz entrecortada. Juan Andrés inclinó su cabeza, ver llorar a su madre, le partía el corazón. -Mamá… —¡No digas más! —exclamó el padre del joven—, me has decepcionado, he pasado por alto muchas cosas, pero esta… no —gritó—, te vas a disculpar con esa muchacha, la deja en paz, le devuelves el carrito, o te quito todos los privilegios. -¿What? —vociferó Juan Andrés abriendo sus ojos con amplitud—, ni loco me disculpo con esa piojosa, no me van a humillar de esa forma, desherédenme si desean, pero no lo haré —rugió y salió de la casa azotando el portón de madera. María Paz se abrazó a su esposo, soltó su llanto. —¿En qué nos equivocamos con él? —cuestionó susurrando bajito. -¡I don't know! —respondió Joaquín, afectado por el comportamiento de su hijo—, hemos sido justos con todos, los hemos tratado por igual siempre con el mismo cariño, nunca hicimos diferencias, ¿en qué fallamos? —indagó con el corazón lleno de tristeza. Paz inhaló profundo, se aclaró la garganta. —Se me ha ocurrido algo, es una idea descabellada, pero pienso que es la única forma que tenemos para darle una lección. —Miró a los ojos a su esposo y empezó a narrarle su plan. —¿Y cree que ella acepta? —indagó Joaquín, la idea era una locura, pero no le desagradaba. —No lo sé, espero que diga que sí, es la única persona que puede ayudarnos.
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Índice
Capítulo 1 Noticia Devastadora Capítulo 2 ¡Te vas a arrepentir! Capítulo 3 ¡Cruel venganza! Capítulo 4 ¡Encuentro desastroso! Capítulo 5 ¿En qué fallamos? Capítulo 6 Investigaciones Capítulo 7 La propuesta Capítulo 8 A un paso de la muerte Capítulo 9 Asegurando el futuro de Cristhopher Capítulo 10 El inicio del plan Capítulo 11 Preparativos de boda appCapítulo 12 La falsa boda appCapítulo 13 De principe a mendigo appCapítulo 14 ¿Quién eres realmente: Juan Andrés Duque? appCapítulo 15 Delirios y recuerdos appCapítulo 16 ¿Quién eres Paula Osorio? appCapítulo 17 Una tregua con el enemigo appCapítulo 18 ¡Voy a demostrar que puedo sobrevivir! appCapítulo 19 Nuevo especialista appCapítulo 20 ¿Un padre falso? appCapítulo 21 ¿Vender el alma al diablo? appCapítulo 22 ¿Renunciaré a mi vida de lujos por unos aparecidos? appCapítulo 23 ¡Papá llegaste! appCapítulo 24 Verdades ocultas appCapítulo 25 ¡Esa noche tuvo consecuencias! appCapítulo 26 Los días contados appCapítulo 27 Un beso inesperado appCapítulo 28 ¡Nunca se fijaría en alguien como yo! appCapítulo 29 Los muros empiezan a derribarse appCapítulo 30 ¡No podré borrar esa imagen de mi memoria! appCapítulo 31 Déjà vu appCapítulo 32 ¿Eres la madre de Cristhopher? appCapítulo 33 Dolorosa confesión appCapítulo 34 ¡Una mujer admirable! appCapítulo 35 Te devuelvo tu dinero appCapítulo 36 ¡Serás mía y te quedarás conmigo! appCapítulo 37 Sabor a fresa appCapítulo 38 ¡Paula no es una sirvienta! ¡Es mi esposa! appCapítulo 39 Paula, si tiene dignidad appCapítulo 40 ¡Me encanta el verdadero Juan Andrés! appCapítulo 41 ¡Está jugando con ambas! appCapítulo 42 Le contaré todo a Paula appCapítulo 43 Juan Andrés nos engaña a ambas appCapítulo 44 ¿Un hermano gemelo? appCapítulo 45 ¿Por qué no puedes amarme? ¿Por ser pobre? appCapítulo 46 ¡Una luz en la oscuridad! appCapítulo 47 ¿Podrás superar mi pasado? appCapítulo 48 Quiero disfrutar cada instante a tu lado appCapítulo 49 Si he de morir: que sea amándote appCapítulo 50 Eres todo lo que quiero appCapítulo 51 En contra del reloj appCapítulo 52 No perdonaré un engaño appCapítulo 53 Vamos a volvernos eternos appCapítulo 54 ¿Lo hiciste con juan andrés? appCapítulo 55 Las barreras empiezan a debilitarse appCapítulo 56 Busquemos otra opinión appCapítulo 57 Irma descubre la falsa boda appCapítulo 58 Una advertencia appCapítulo 59 Una mujer despechada, es un peligro appCapítulo 60 ¡La calle es donde perteneces! appCapítulo 61 ¡Ya estás conmigo! appCapítulo 62 ¿Mis padres me impusieron a paula? appCapítulo 63 ¡Aquí hay gato encerrrado! appCapítulo 64 Que la magia no termine appCapítulo 65 En saturno appCapítulo 66 ¿Pensaban verme derrotado? appCapítulo 67 Una esposa de mentira appCapítulo 68 Dos corazones, dos historias appCapítulo 69 Estoy locamente enamorado de ti appCapítulo 70 Esto fue algo que solo soñé appCapítulo 71 Convertí la mentira en verdad appCapítulo 72 ¡Por tu calentura has puesto en peligro a la familia! appCapítulo 73 ¡Mamá se enfermó por tu culpa! appCapítulo 74 La amo de verdad appCapítulo 75 ¿De qué quieres hablar? appCapítulo 76 ¿Vivieremos juntos? appCapítulo 77 appCapítulo 78 appCapítulo 79 appCapítulo 80 appCapítulo 81 appCapítulo 82 appCapítulo 83 appCapítulo 84 appCapítulo 85 appCapítulo 86 appCapítulo 87 appCapítulo 88 appCapítulo 89 appCapítulo 90 appCapítulo 91 appCapítulo 92 appCapítulo 93 appCapítulo 94 appCapítulo 95 appCapítulo 96 appCapítulo 97 appCapítulo 98 appCapítulo 99 appCapítulo 100 appCapítulo 101 appCapítulo 102 appCapítulo 103 appCapítulo 104 appCapítulo 105 appCapítulo 106 appCapítulo 107 appCapítulo 108 appCapítulo 109 appCapítulo 110 appCapítulo 111 appCapítulo 112 appCapítulo 113 appCapítulo 114 appCapítulo 115 appCapítulo 116 appCapítulo 117 appCapítulo 118 appCapítulo 119 appCapítulo 120 appCapítulo 121 appCapítulo 122 appCapítulo 123 appCapítulo 124 appCapítulo 125 appCapítulo 126 appCapítulo 127 appCapítulo 128 appCapítulo 129 appCapítulo 130 appCapítulo 131 appCapítulo 132 appCapítulo 133 appCapítulo 134 appCapítulo 135 appCapítulo 136 appCapítulo 137 appCapítulo 138 appCapítulo 139 appCapítulo 140 appCapítulo 141 appCapítulo 142 appCapítulo 143 appCapítulo 144 appCapítulo 145 appCapítulo 146 appCapítulo 147 app
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