Capítulo 119 La loba dorada unicornio
Se convirtieron todos en humanos al escucharlas. Amet corría hacia su mitad, que comenzaba a caer inconsciente; la tomó en sus brazos justo antes de que llegara al suelo. Jacking se acercó y le colocó una mano en la frente. Una hermosa luz dorada emergió de allí y luego desapareció. Jacking abrió los ojos asombrado, pero no dijo nada. Ordenó con voz imperiosa:
— Llévenla a una habitación. Estará bien, solo se ha desmayado. Horacio, sígueme. Necesitamos hablar.
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