Capítulo 7 Mejor amiga: antonieta
Isis se había quedado mirando a Jacking que estaba concentrado en hablar con su lobo en la cabeza. Al escuchar los gritos de Mat pidiéndole que se concentrara, reacciona.
—En ese caso, si sientes que puedes desmayarte, es mejor que te lleve cargada —dice Jacking mientras se inclina y la toma por debajo de las rodillas y la espalda.
De esa manera, la lleva hasta un amplio baño de color amarillo decorado con flores. Es hermoso y emana un refrescante aroma. La deposita con delicadeza frente al inodoro y luego se retira, cerrando la puerta tras de sí, mientras le dice:
—Estaré justo aquí, si me necesitas solo tienes que llamar.
Al salir se queda junto a la puerta, con todos los sentidos alertas. Isis se aferra al lavamanos cuando Jacking la deja sola, sintiendo que le faltan las fuerzas. Se desliza rápidamente para sentarse en el inodoro y es entonces cuando se da cuenta de que está usando un hermoso conjunto de pijamas verde claro con mariposas de colores.
"Debe haberme cambiado su nana", piensa mientras termina de hacer sus necesidades. Se levanta lentamente, apoyándose en el lavamanos, ya que se siente realmente débil y apenas puede mantenerse en pie. Intenta lavarse la cara, pero un nuevo y fuerte mareo la golpea, apenas logra murmurar el nombre de Jacking antes de perder casi por completo la conciencia.
Éste, quien permanecía alerta afuera de la puerta, escucha los movimientos de Isis y cómo se levanta con dificultad y en un susurro ella pronuncia su nombre y sabe que está a punto de desmayarse. Abre la puerta justo a tiempo para evitar que caiga al suelo.
Isis ve cómo la puerta se abre mientras todo a su alrededor se vuelve negro, pero unos fuertes brazos evitan que su cuerpo llegue al suelo. El calor de Jacking resulta reconfortante para ella, quien se aferra a su cuello y hunde su cabeza en su pecho. Un fuerte aroma a tierra, gladiolos, nenúfares y madera de sándalo la hace inhalar. Jacking se da cuenta de que ella está inhalando su olor, consciente de que puede sentirlo al ser su mitad.
Isis no quiere que la suelte y quedarse sola en la cama. Jacking intenta separarse, pero ella lo atrae desesperadamente hacia sí. Él la mira con preocupación e interrogantes.
—¿Te sientes muy mal Isis? ¿Debería llamar al médico? ¿Te duele algo? —le pregunta genuinamente preocupado.
Ella observa cómo los labios de Jacking se mueven, pero no logra escuchar lo que dice. En un último esfuerzo por evitar que la suelte, lo atrae hacia ella y lo besa apasionadamente, sus labios húmedos se encuentran en un beso cargado de deseo y entrega. Sin embargo, la falta de fuerzas finalmente la vence y se desmaya en sus brazos.
Jacking se sorprende por el beso inesperado, pero rápidamente reacciona y la suelta con cuidado, cubriéndola con una suave sábana para mantenerla abrigada. Al darse cuenta de que está helada, decide llamar a Teka-her a través del enlace, explicándole lo que ha sucedido y pidiéndole que venga. Ella responde que irá después de terminar un parto que está asistiendo.
Con cuidado, Jacking se acuesta junto a Isis, dejando que su lobo Mat tome el control para ayudarla a recuperar el calor corporal más rápidamente. Sin embargo, le advierte que esté atento y no se duerma, para evitar cualquier confusión si Isis llegara a despertar y se encontrara con un lobo a su lado.
Y mientras su lobo Mat cuida de su Luna, la mente del humano Jacking no deja de pensar y recorrer una y otra vez lo que han vivido juntos. Si tan solo no la hubiera seguido a la ciudad no estarían en este dilema ahora. Porque aunque él no quiere una Luna, su lobo está desesperado por reclamarla.
Por su parte, en su estado de semiinconsciencia, Isis vuelve a revivir pasajes de su vida. Siente nostalgia por su alocada y tierna mejor amiga. En su sueño, revive el momento en que conoció a Antonieta. Sonríe al recordar cómo la vio acercarse persiguiendo una mariposa en el claro del bosque, donde ella dormitaba al calor del sol y se deleitaba con el aroma de las flores. Al despertar, vio a una hermosa niña rubia con bucles dorados al aire, adornados con lazos que combinaban perfectamente con su vestido rosa de vuelos. La niña corría felizmente cantando detrás de una gran mariposa, pareciendo un ángel. Antonieta se detuvo al ver a Isis, sus hermosos ojos verdes llenos de sorpresa y curiosidad.
—Hola, eres un hada del bosque—, le preguntó sonriendo.
—Hola, no soy un hada, soy una niña igual que tú—. Antonieta al escuacharla abrió sus ojos sorprendida, acercándose con una sonrisa.
—Nunca había visto una niña tan hermosa de tu color, eres preciosa— le dijo— ¿quieres ser mi amiga?
—Está bien— le contestó— ¿Cómo te llamas?
—Antonieta, pero mis amigos me dicen Antoni, ¿Y tú cómo te llamas?—preguntó la preciosa niña atrás.
—Me llamo Isis—. Le respondió sin dejar de observar a Antonieta que se parecía a los angelitos pintados en las iglesias.
—Oh, qué nombre tan bonito, me gusta mucho—dijo con una expresión feliz.
—Antoni, ¿qué haces aquí sola en medio del bosque? —preguntó.
— ¿Estamos en medio del bosque, cómo lo sabes? —esta vez giró asombrada mirando a su alrededor lo que le gustó mucho a Isis.
—Porque este es mi bosque—respondió con tono misterioso sonriendo al ver la enorme expresión de asombro de la niña.
Antonieta al escucharla había abierto grandemente sus ojos mientras daba un giro sobre sí misma, mirando todo a su alrededor.
— ¿Tienes un bosque lleno de flores y mariposas solo para ti? —preguntó con expresión de admiración.
—Sí, es sólo mío—. Mirando cómo Antonieta se quedaba sorprendida y le preguntaba si no le molestaba que hubiera entrado en su bosque sin permiso.
—No, eres una niña muy bonita y te gustan las mariposas como a mí, además eres mi amiga—le dijo Isis mientras observaba cómo una gran sonrisa se abría paso en su hermosa boca.
Y de pronto, Antonieta empezó a saltar de alegría, muy feliz al mismo tiempo que miraba a Isis.
— ¡Oh, tengo una amiga, tengo una amiga, y tiene todo un bosque! —repetía una y otra vez.
Y desde ese mismo instante, se convirtieron en mejores amigas. La nana de Antonieta había llegado corriendo, toda asustada, al poco rato. Al ver a Isis, también la miró como si fuera una imagen salida de un cuento.
—Mira nana, ella es Isis, la dueña del bosque y es mi mejor amiga—la mostró Antonieta feliz.
—Isis, ¿qué haces aquí sola en medio del bosque? ¿Dónde están tus padres? ¿Dónde vives? ¿Por qué estás sola? — La nana bombardeó a Isis con preguntas, llena de preocupación.