Capítulo 83 Las mitades y los encuentros
Horacio, quien había sido el encargado de realizar y dirigir todo, al fin estaba libre. No había dejado de seguir con la mirada a su linda mitad durante toda la noche. Observó cómo el chico que la acompañaba la dejaba para abrazar y besar a otro chico, y suspiró aliviado; no era su novio.
Caminó sigilosamente entre las parejas que bailaban y se acercó despacio a Julieta, que se había quedado sola por un momento. Se pegó a ella, la abrazó por la cintura, acercándola con fuerza a su cuerpo. ¡Mía! ¡Solo mía! le susurró al oído mientras enterraba su cabeza en su hombro, pasando la lengua por donde iría su marca.
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