Capítulo 5 Merced
Sasha despertó con una sensación de dolor en todo su cuerpo. Desorientada, abrió los ojos lentamente, sin tener ni idea de qué hora era o dónde se encontraba. Pero mientras su mente intentaba recuperar la claridad, sintió algo que la hizo estremecer.
El aliento cálido de alguien rozaba su cuello y una voz emocionada sonaba en sus oídos. Era él, aún allí a su lado. El escalofrío recorrió su espalda al comprender que seguían juntos en esa habitación. El recuerdo de lo que había ocurrido la golpeó con fuerza, y el dolor en su cuerpo comenzó a cobrar sentido.
Sus extremidades le dolían, su entrepierna le recordaba a lo que había sido sometida. Intentando controlar las lágrimas que amenazaban con brotar de sus ojos, Sasha ignoró el hecho de que seguían unidos, él dentro de su culo todavía y sólo deseó que todo terminara de una vez. Quería volver a casa, quería deshacerse de ese hombre que parecía tener el poder y el dinero para hacerle lo que le plazca.
Mirándolo por encima del hombro, Sasha lo observó con detenimiento. Era injusto para ella que ese tipo atractivo tuviera recursos, y que ella no… que alguien COMO ÉL pudiera utilizar esos recursos para someterla de esa manera, le parecía una aberración pero entendió con rapidez que así funcionaban las cosas, sólo mucho después de esa experiencia se terminaría de endurecer pero en ese entonces era muy joven todavía para entender cómo funcionaban las cosas en el mundo y cómo manejaban las cosas los hombres poderosos.
Aunque intentaba encontrar algún atisbo de consuelo en que al menos no la hubiera lastimado gravemente y de que incluso había disfrutado junto a él no podía evitar sentirse completamente a su merced e impotente, y con ese pensamiento un nuevo escalofrío la recorrió al pensar que aún quedaba una noche entera por pasar.
Sumida en sus pensamientos, Sasha se dio cuenta de que la noche del segundo día aún no había caído sobre ellos. El tiempo seguía avanzando, implacable, mientras ella se encontraba atrapada en un infierno que parecía no tener fin. Las lágrimas finalmente se deslizaron por sus mejillas, mezclándose con el dolor y la angustia que ya no podía contener. Especialmente por su hermana, estaba grave y sola, seguramente se preguntaría qué pasaba que no la visitaba en el hospital aunque le había puesto una excusa plausible…Pero, a quien quería engañar, Ekaterina no tenía un pelo de idiota y seguramente tarde o temprano lo descubriría y se lo reprocharía, pero ella daría hasta su vida y su último aliento por salvarla, ellas siempre habían sido desde pequeñas muy unidas y no tenían a nadie más en el mundo. Solo a ella. Así que haría todo por ella.
Así que entre todo ese sufrimiento, un destello de determinación se encendió en los ojos de Sasha. Sabía que tenía que encontrar la fuerza para superar esa pesadilla y luchar por la vida de su hermana, por la de ambas porque si a Ekaterina le pasaba algo… El aliento se le quedó atascado, ni siquiera podía visualizar ese escenario.
Aunque su mundo parecía oscuro en ese momento, se aferró a la esperanza de que eventualmente todo eso acabaría y estaría a salvo nuevamente. Eso y la posibilidad de que su hermana estuviera sana era todo lo que le quedaba. Y a lo que se aferraba.
Con el corazón lleno de coraje, Sasha decidió que ya no permitiría que este hombre la dominase, al menos no mentalmente.
Podría ser dueño momentáneo de su cuerpo pero no permitiría que ese evento la marcara de por vida, o al menos eso ingenuamente pensó ella en ese momento.
Suspensamientos fueron interrumpidos por la voz de él precisamente.
— La pequeña ya despertó — dijo y ronroneó casi como un gato. Ella ni le respondió.
Él estaba feliz, sentía que la joven había valido cada centavo que había pagado y así se lo hizo saber —. Si hubiera sabido que esta experiencia iba a darme tanto placer lo hubiera hecho antes, claro que no estaba preparado para tí mi pequeña Sasha…
— Yo no soy tuya — espetó ella y por dentro se recriminó el no mantenerse callada.
El rio perversamente y volvió con elementos para higienizarla luego de un momento, por lo que vio él también había pasado por el baño.
Después de eso, de limpiarla con suavidad de los fluidos y demás, se volvió a levantar.
Y cuando volvió con algo entre las manos ella se arrinconó con miedo contra el respaldo de la cama.
Lo miró con terror.
— ¿Qué… qué es eso? — murmuró aterrorizada y él rio una vez más.
— Vamos, no es peor que lo que hemos hecho hasta ahora — dijo blandiendo una verga enorme de silicona.
— Por favor no — susurró ella, pero él dejó ESO sobre la mesa de luz y volvió a atarla de las manos, pero esta vez unidas, mientras ella suplicaba —. Eso me dolerá por favor no lo hagas…
— Eres una cosita exagerada, apenas es más grande que la mía…
— Es más ancha…. — dijo gimiendo pensando con dolor anticipado.
El muy maldito sonrió y besó su nariz.
— Si de ahí puede salir un bebé puede entrar esto…
— Qué pueda entrar no quiere decir que deba hacerlo
Él suspiró y la miró serio mientras ajustaba sus manos.
— Lo haré porque provisionalmente me perteneces, así que o lo aceptas y te relajas o lo padeces, tú eliges Sasha — dijo como saboreando su nombre y sus ojos femeninos se llenaron de lágrimas una vez más, pero esa vez solo inspiró para darse valor y batalla. No le daría más el gusto de verla derrotada.
Estaba cansada de sentirse vulnerable ante él.
Así que observó impotente como él untaba con lubricante esa verga siliconada de aproximadamente 30 por no sabía cuantos centímetros pero eran mínimamente diez, con derrota.
Él no ató sus piernas pero ella luchó aunque él las inmovilizó.
— BASTA SASHA — le dijo serio.
Ella estaba temblando cuando él abrió sus labios vaginales, al principio la estimuló con sus dedos y su cuerpo, maldito traidor respondió.
Él la penetró primero con uno, luego con dos dedos, por delante y detrás, y cuando menos se lo esperaba, ZAS.
Acercó esa cosa a su vagina, y empezó a empujar y empujar.
Ella lloriqueó.
— No entrara
— Claro que entrará…— aseguró él y con ímpetu le metió la verga de goma que parecía llenarla de tal forma que bien podría salirle por la garganta.
Apenas la podía mover él pero lo hacía, de a poco. Miraba hipnotizado como esa cosa penetraba su cuerpo al tope del tamaño de su vagina.
Agachó su cabeza y comenzó a succionar su clítoris hasta que su cuerpo se aflojó de tal manera que la verga enorme fue acogida por su cavidad vaginal.
Él se incorporó satisfecho mientras con una mano excitaba su clítoris y con la otra la masturbaba con “eso”.
Cada vez más hondo y profundo, hasta que su cuerpo empezó a temblar por un orgasmo que no pudo detener ni aunque quisiera.
Entonces él la puso de espaldas, todavía con la verga gigante incrustada, escupió en su ano, y sin poco preámbulo le metió la verga por el culo.
Él gimió pues la sensación era tan apretada que era increíblemente placentera.
La comenzó a embestir, una y otra vez, golpeando su culo con placer pero ella ya no protestaba. No tenía fuerzas para hacerlo.
Agarró los dos cachetes y lo
s pellizcó mientras con su penetración el delicado cuerpo se movía sobre la cama, a pesar de Sasha, buscando su propio placer.