Capítulo 3 Buena
Muchos años antes
Él la había atado a la cama, sus extremidades arriba y las de abajo estiradas.
Él maldito la había estaqueado a la cama, mientras gozaba de su cuerpo y ella no podía hacer nada.
Había logrado que se corriera, ella sentía que se había orinando, pero él estaba fascinado y quería repetirlo.
No importaba las veces que le dijo que le diera un poco de reposo. Seguramente se había drogado, al menos Viagra había tomado pues su erección no había bajado.
Trataba de no verlo. De no ver su verga.
Él se había limpiado y también la había limpiado a ella.
Lamía su clítoris, y metía sus dedos dentro de ella, jugueteando.
— Estoy sensible — lloriqueó ella.
— Pero te gusta porque te estremeces, aparte te pagué lo suficiente, si quisiera podría violar tu cuerpo sin piedad, sin embargo te estoy haciendo partícipe de esto...— dijo él y la miró extrañado.
Ella quería gritar y llorar.
"Hijo de puta, te aprovechaste de mi necesidad y vulnerabilidad", quería decirle pero se mordió la lengua.
Y sabía, íntimamente, que en esas horas que pasara con él perdería mucho más que la inocencia.
— Ay sí, así — dijo él con entusiasmo mientras ella temblaba de modo incontrolable y se venía de nuevo.
Ella pudo sentir la humedad, y a él lamiendo.
Poco después se montó nuevamente sobre ella y se la metió.
— Que linda esa vagina toda mojadita, todavía aprietas y me encantas, eres una putita preciosa — susurró él y besó sus labios de manera lujuriosa mientras la tenía inmovilizada bajo su cuerpo.
Steven la penetró más duro, con más ímpetu, cada vez más profundo hasta sentir que las suaves y húmedas paredes vaginales se contraían a su alrededor anunciando un nuevo orgasmo de su chica, entonces acabó.
— SI POR DIOS, ASI, SIIIII — gritó mientras se seguía moviendo y llenaba su vagina de leche.
Había perdido la cuenta de las veces que se la había cogido. Para llevar la experiencia al máximo, había tomado Viagra. Aunque igual estaba muy excitado, motrizmente.
Pero no se había drogado, hacía mucho que no se drogaba, cuando pensó en encaminar su vida había dejado todos sus vicios, esa era su despedida.
Apoyó su frente en la de ella y poco después la desató.
Ella parecía una muñeca de trapo, sabía que estaba cansada pero no quería desaprovechar ni un segundo a su lado.
— Son menos de 48 horas conmigo, y una vida para gastar ese millón de dólares chiquita — murmuró y la tomó en brazos.
Sorpresivamente ella no protestó, ni siquiera cuando la puso en el jacuzzi.
— ¿Qué haces???
— ¿Nunca has estado en un jacuzzi? — ella negó con la cabeza. La acomodó y se sentó tras ella, y aprovechó para tocar sus pechos, bajó sus manos y jugueteó con su carne trémula y en algún momento Sasha se relajó y se recostó contra él.
Él la tomó de las caderas, la levantó, y con cuidado la sentó sobre su verga.
Esa vez se la cogió despacito mientras mordía la parte posterior de su cuello como su fuera un animal en celo.
Fue todo más pausado, incluso cuando llegaron al clímax los latidos eran espaciados y profundos.
Él llevó su mano a su unión maravillado.
— Eres pequeña, más de lo que imaginé, no pensé que te adaptarías a mi cuerpo tan bien — susurró casi con sorpresa. Ante lo que ella no dijo nada.
Cuando decidió que era suficiente, se levantó primero y la ayudó a salir con cuidado.
La secó con una toalla, y aprovechó para tocar su cuerpo en el proceso.
Se sentó sobre el váter y la hizo girar delante de él y cuando la tuvo de espaldas mordió un cachete de su culo.
— Ayyyy — protestó la joven y él rio.
— Perdón, es que es muy tentador...— dijo y tanteó su ano con sus dedos y ella lo cerró.
— ¿Qué haces???
— ¿Qué parece que hago? — replicó él con tono ronco.
— Por allí... no se hace — murmuró ella y el rio más fuerte todavía.
— ¿Nunca viste una película pornográfica? — le preguntó y ella se puso roja.
— Si pero lo hacían de forma normal — contestó.
— Pues hay muchas formas de hacerlo y contigo las exploraré todas — susurró él y se levantó.
Era notablemente más alto que ella, que a pesar de no ser tan baja apenas le llegaba a la barbilla.
Tomó su mano y la condujo a la cama.
— Ponte de espaldas, te haré masajes — le ordenó y ella ya con un poco de desconfianza lo miró pero obedeció.
Él sonrió complacido y mientras ella se acostaba sobre su abdomen sacó un pomo de la mesita con un aceite...se puso un poco en las manos y comenzó a masajearla.
Empezó por sus hombros, y con sus manos exploraba sus contornos, agarró sus senos de los costados y luego bajó por el centro de su espalda hasta su culo que también masajeó por fuera...luego siguió por las piernas.
Sus manos iban y venían y cada tanto rozaban su entrepierna, sus labios vaginales con delicadeza, y luego, empezó a darle un masaje más intenso a su culo, y unas palmaditas que ella no resistió pues no eran duras realmente.
Steven suspiró y finalmente, abrió sus cachetes, y con cuidado metió un dedo en su ano y empezó estimularlo
— Si dices algo te juro que te amordazo — le advirtió entonces se quedó callada, aunque gemía cada tanto.
Le metió un dedo en su culo y otro en su vagina y la comenzó a estimular ambos agujeros y para su sorpresa ella se comenzó a mover boca abajo.
Con su mano libre, le echó más aceite en el culo y metió otro dedo.
— Sí, así, muévete...— dijo él y ella gimió mientras alcanzaba el climax, entonces él aprovechó, sacó sus dedos y puso la punta de su verga.
Ella aún temblaba por el orgasmo y tenía la piel sensible así que no opuso resistencia.
— Tu culo, por Dios Sasha, que buen culo — dijo él y la penetró más profundo.
Comenzó a metérsela de a poco, ve su verga gruesa entrando en ese culo virgen era una maravilla... empujó un poco más y se la metió prácticamente por completo.
— La tienes entera, carajo, eres tan buena perra — susurró y empezó a embestirla —.Te rompí ese culito virgen que tenías, ahora eres toda mía — gruñó mientras sus bolas golpeaban en su culo una y otra vez, y otra vez... estuvo varios minutos bombeando en su ano. Ella comenzó a frotarse nuevamente y él se percató de que estaba rozando su clítoris con la cama —. Así perrita mía, muy bien, sí — siseó y le empezó a dar fuertes palmadas que dejaron ese c
ulito colorado hasta que con un grito casi animal sintió un chorro de leche derramándose en ese apretado ano.